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Los rumbos del pensamiento:  Charles Prates y la magia de los sonidos

 

 

 

 

Cuando uno se embarca en una aventura musical, al escuchar una radio, un disco, plataformas modernas, o como en este caso, un recital, puede vivir momentos fascinantes o de los otros.

El pasado sábado asistí en el Teatro Larrañaga, al recital de Charles Prates, que colmó mis expectativas, y más.

Cuando un artista domina la escena, transmite y contagia, se transforma en un fenómeno que despierta emociones, sentimientos, y abre las ventanas de la imaginación, el goce y el disfrute, al ofrendar su arte en plenitud.

Conocí musicalmente a Charles Prates a través de Mirada Salto, el programa local de Radio Uruguay, que los viernes lo dedica a la cultura nuestra. Hubo un tema que me encantó en esos momentos, el mismo con que cerró el espectáculo el sábado pasado, Luego escuché otros y supe de su participación como músico y cantante en trabajos musicales de otros artistas salteños.

Por eso fui el sábado teniendo una idea de lo que iba a ver y escuchar, la creatividad del músico y de todo el equipo de apoyo al espectáculo, me transportó por cielos del ayer, en una lluvia musical, lluvia de recuerdos, de dormidas en cielos interiores, todo gracias a esa magia de los sonidos.

Los rumbos del pensamiento, de los que hablaba Yupanki, me envolvieron, es que “uno ha sido ansi, galopiador contra el viento”. También del libro “Los rumbos del pensamiento, homenaje a Yólotl González Torres, algo de chamanes, de urbano, de danzas, de vuelo, de viaje….

Y de esas gotas sonoras que fueron cayendo,  uno se fue mojando, con Musicasión 4 ½, Mateo, hasta de Leo Antúnez me acordé, de Milton Nascimento, de Djavan, entre otros.

Y esto no quiere decir que el artista toma o copia, lo creado en los últimos cincuenta años, sino que me lleva a creer que estamos ante un estudioso, un investigador, un experimentador, que reviste su creación con solidos cimientos musicales y levanta fuertes paredes en su proceso creativo.

EL FRUTO QUE  EN LA NOCHE SE DESPRENDE…

Uno se puede confundir al esperar, mirar con impaciencia el escenario esperando que salga el artista, los músicos, la propuesta, que se inicie el espectáculo, en una palabra.

Y de pronto suena un canto, las miradas van a la platea alta, una voz femenina entona con dulzura, y responde otra voz femenina de la platea alta de enfrente, y apenas surgen los aplausos, en lo alto, pero al fondo, nuevamente, una canción.

Tal vez el mensaje, o la bienvenida, es que la música brota de todo el teatro y no solamente del escenario.

Y luego si, el artista de la noche, Charles Prates que comienza a desplegar su magia musical, se adueña de la escena y se transforma  en un multi-instrumentista, va y viene de la percusión a las cuerdas, pasa por las teclas y el viento, y en medio de esas sonoridades, el juego de su voz, también con múltiples matices.

Y si bien el centro del espectáculo es Prates en escena, su despliegue, su mensaje su carisma evidente, uno comprende que hay un equipo detrás, el sonido maravilloso, las luces que hablan, una iluminación con los colores de la canción y con los momentos, la puesta en escena, tan buena como efectiva, porque uno la ve en un todo, pero en esos interiores, el artista se mueve con soltura de un lugar a otro de la misma.

Entonces nuevamente los rumbos del pensamiento, sin comparaciones, pero como Charly Garcia, este Charles Prates tiene también su maquina de hacer pájaros. Me transporta a la niñez, a la adolescencia estudiantil y las andanzas por el Arapey, por las viejas termas, donde vi y escuché, al primer hombre orquesta al gran Eulogio Viola, con guitarra, armónica, batería, y a veces, hasta algún instrumento más, todos tocados a la misma vez.

No puedo dejar de pensar en  Eduardo Mateo, que en “Mateo solo, bien se lame” tocó todos los instrumentos, en Jorge Trasante y en Jorge Galemire, que supieron hacer lo mismo alguna vez, y en nuestro Walas Menoni, que creó un disco dando vida a varios instrumentos….En tanto Prates sigue deleitando al público, que fue participativo, y numeroso, por suerte, para apreciar el talento de un músico de acá…y por ser testigos que no me dejan mentir…

ESE  INTENSO CIELO DEL HOMENAJE

En otra parte del espectáculo, Charles Prates abrió una ventana para un cálido homenaje, al interpretar un tema de Víctor Lima y otro de Aníbal Sampayo, versionados a su estilo, muy buenas versiones, cuidadas, cálidas, con sentimiento.

LOS INVITADOS

Tres invitados pasaron por el escenario, que caen al canto

como dice Yupanki, «hombres de todos los vientos/trenzando sus sentimientos/ al compas de una encordada”

El primero en subir fue Sergio Aguirre, talentoso músico, creativo, también investigador de la música, estudioso y con gran feeling con Prates. El otro fue Mario Castro, un músico distinto buceador también de diferentes estilos musicales, de magnifica voz.

Dicen que los bueno si es breve es dos veces bueno, Prates compartió una canción con cada uno. En el ambiente quedaron las ganas de seguir escuchándolos, y eso es bueno.

Finalmente, ya en el cierre del espectáculo, subió el percusionista Pedro Zeni para hacer un afiatado acompañamiento, que como en toda la noche, no pude dejar de pensar y de recordar, al gran percusionista y amigo, Sergio Pedetti, el gran Bolita Pedetti, hombre de los tambores, del bongó y de la percusión toda. Zeni estaba allí, sólido, firme, pero se colaban los golpeteos de Bolita Pedetti, en mi mente, nada más…

FINALMENTE…

Mi agradecimiento, de espectador, al artista Charles Prates, por su propuesta musical, por ese espectáculo magníficamente ideado y creado, y por recordarme que, por estos días de tantas indiferencias, de tanto materialismo, uno puede emocionarse con la música, con el arte y con las cosas buenas de la vida….

CARLOS MARÍA CATTANI

CAMACA

 

 

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