InicioActualidadEl ABC de la ciudad que despierta: Alumbrado, Basura y Calles

El ABC de la ciudad que despierta: Alumbrado, Basura y Calles

 

En el corazón de cada ciudad palpita un alfabeto básico, casi invisible, que sostiene lo cotidiano con la firmeza de lo esencial. Son las primeras letras de la administración local, los tres pilares sin los cuales la urbe no sería más que una acumulación caótica de presencias. Alumbrado, Basura y Calles: el ABC de las intendencias, la tríada que modela el rostro más inmediato de lo urbano.


A DE ALUMBRADO: LA LUZ QUE CUIDA, EL SOL ARTIFICIAL DE LA VIDA NOCTURNA
Cuando cae la noche, la ciudad no duerme: respira. Y lo hace bajo el manto de una luz que no es solar, pero que busca cuidar como el día. El alumbrado público no es solo una cuestión técnica: es un gesto civilizatorio, una promesa de seguridad, de pertenencia, de visibilidad.
Diseñar dónde y cómo cae la luz es, en cierto modo, componer una partitura silenciosa para la vida en comunidad. Las luminarias LED, discretas y eficientes, han reemplazado al parpadeo nostálgico de las viejas farolas. No solo reducen costos y consumos, sino que también apuestan por una ciudad más consciente del planeta.
Y sin embargo, no basta con encender una lámpara. Hay que mantenerla viva, limpia, vigilante. El mantenimiento es un acto de cuidado que devuelve a la noche su dignidad. Porque donde hay sombra descuidada, crece el miedo. Y donde la luz es clara, la calle florece.


B DE BASURA: LOS RESIDUOS DEL DÍA, EL ESPEJO DE UNA CULTURA
La basura, esa palabra que preferimos no nombrar, es en realidad el retrato fiel de quienes somos. Lo que desechamos habla tanto como lo que guardamos. Por eso, su gestión no es una tarea menor: es un acto profundo de orden simbólico y sanitario.
Recolectar, clasificar, tratar. La coreografía de los camiones y los contenedores es un baile cotidiano que permite que la ciudad respire. La segregación en origen —orgánicos, reciclables, peligrosos— no es solo una práctica ambiental: es una ética del descarte.
El reciclaje, el compostaje, la reutilización: cada acción es una forma de pensar el futuro. Y detrás de todo esto, la educación ciudadana, porque una comunidad limpia no es la que más se barre, sino la que menos ensucia.


C DE CALLES: LAS VENAS POR DONDE CIRCULA LA VIDA
Caminar por una calle en buen estado es una forma de sentir que la ciudad nos quiere. Que nos cuida. Las calles no son solo cemento y asfalto: son las venas por las que circula la vida urbana, los trayectos por donde se teje el encuentro, el trabajo, la rutina, el azar.
Construirlas y mantenerlas es más que una obra pública: es un compromiso con la fluidez del tiempo. La señalización, los semáforos, las rampas para todos los cuerpos: cada detalle habla de una visión de ciudad más humana, más justa.
Y cuando llueve, cuando el agua no se acumula, cuando no se inunda la esquina de siempre, uno agradece en silencio ese sistema de drenaje invisible que alguien pensó. Planificación urbana, se llama. Pero también puede llamarse sensibilidad.
En resumen, el ABC de las intendencias no es un trámite burocrático: es un arte discreto que construye ciudadanía desde lo más básico. Encender una luz, recoger un desecho, reparar un bache. Tareas pequeñas que, bien hechas, se convierten en gestos de civilización. Y en una ciudad donde el alumbrado no falla, la basura encuentra su destino y las calles son caminos dignos, el futuro no parece tan lejano. Parece posible.
ARÓN VIERA

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