En la antigüedad de la Grecia clásica existieron materiales escultóricos muy populares como el mármol y otras rocas calcáreas, bronce, terracota y madera. Pero, antes del 550 a.C. predominaba la escultura en mármol, y los artistas trabajaban arduamente para lograr obras de gran belleza y perfección.
No obstante, como en toda la historia de la humanidad, existieron artesanos itinerantes de mediano nivel que cincelaban estatuas por encargo, y como es lógico, debido a la naturaleza del mármol, aparecían algunas grietas en sus obras, y para poder venderlas a precio completo las rellenaban de cera y posteriormente las coloreaban, como se acostumbraba en la época.
Por supuesto, con la salida del sol, la cera se derretía y dejaba expuesta la obra fraudulenta; por lo que, algunos artistas renombrados empezaron a anunciar su trabajo como SINE-CERA (sin cera), y con el tiempo esta palabra devino en SINCERO, como categorización de honestidad y falta de hipocresía.
Ser sincero es reflejo no sólo de nuestros valores, sino también una muestra de respeto a los demás.
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