InicioArtistasEl acordeón de azulejo: El hombre del jopo entrecano que sueña Encuentros….

El acordeón de azulejo: El hombre del jopo entrecano que sueña Encuentros….

El acordeonista se sentó en la plaza, acarició su instrumento y abrió el fueye que se desplegó como un pájaro a punto de volar.

El hombre se acomodó los lentes hizo un movimiento con la cabeza y su jopo entrecano se inclinó a un lado formando un extraño ángulo con los mostachos que con cierto humor, parecían decir adelante.

Muchos músicos y docentes de pentagramas y batutas, han visto acordeones de todos los tipos. Como aquel piano de papel del Gran Leonardo que algunos admiten anduvo rondando por la cabeza de Cryrill Demián en las frías tardes de Viena cuando creó, allá por 1829 un acordeón y que luego,  en 1837 fue perfeccionado por Bifé. El acordeón es un instrumento musical armónico de viento, constituido por un fuelle, un diapasón y dos cajas armónicas de madera. En sus dos extremos el fuelle está cerrado por las cajas de madera.

Y eso tiene el hombre entre sus manos, pero no puede dejar de mirar ese acordeón de azulejos, que unas manos argentinas, con ternuras de mujer, crearon, para guiar a los músicos, como un faro en la bahía.

SILVIO EL HEREDERO DE ESOS SONIDOS

La música era el pan de cada día en la casa de Silvio Previale, la academia de su padre, el acordeonista que un día cruzo el río y se vino a vivir al Salto Oriental y que le transmitió la magia de los sonidos.

Silvio también heredó de su padre esa forma inquieta de vivir la música, de reunir a los músicos, de transmitir al público sus sensaciones, y anunciar las buenas nuevas que un instrumento llegado de Europa se aquerenció y dio vida a varios ritmos regionales.

Dicen que el acordeón es uno de los más humildes instrumentos, hay quienes le llaman el instrumento del pueblo, triunfó enseguida entre las clases más humildes y entre los músicos autodidactas.

Y tanto se mueve en un tugurio, en un bar obrero, en un cabaret, entre el olor a fritanga, de cara al mar de los pescadores, en un circo, entre gitanos, italianos, portugueses, como junto alegres correntinos, o polkeros uruguayos perdidos en esos pueblitos del interior profundo.

Silvio Previale, alguna vez puso sus acordeones al servicio del carnaval, y con la Comparsa La Salteñita anduvo divirtiendo a Momo,

Silvio Previale, el músico, que anduvo por Colombia, un país con mucha acordeón, mucha cumbia y vallenatos, anduvo por Paris, por España, por Italia, tocando con su gente, aprendiendo, intercambiando y universalizando los caminos musicales de un continente y otro.

Un día tuvo la idea de hacer “Encuentro de acordeones”, como algunas vez, allá por 1959 había hecho su padre, en aquel año de la gran creciente.

Y se sucedieron los Encuentros, y llegaron músicos de gran valía, por nombrar algunos; Hugo Fattoruso, Víctor Amaral, el Chuly Peralta y tantísimos más, de Uruguay, de Argentina y de Brasil.

El Teatro Larrañaga vivió jornadas magnificas a la noche, y a la mañana o en las tardes, los músicos tocaban en las calles, desfilaban, y recibían los aplausos de halagados salteños.

El hombre del acordeón, del jopo entrecano, el de los mostachos, el de lente, el inquieto, seguramente andará planificando algún encuentro, algunas reunión, aunque sea virtual, para deglutir ese manjar armonioso que los dioses bautizaron música….

Camaca

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