


Puntas del Sauce Verde era una fiesta. EspectΓ‘culos artΓsticos, justas deportivas para profesionales y aficionados hacΓa las delicias de un pΓΊblico consecuente.
El Parva Quinteros, todas las jornadas, apenas cantaba el gallo, y antes de tomar mate, afeitarse, ducharse e irse al trabajo, daba vuelta la manzana corriendo como un experto maratonista.
Lo hacΓa en plena oscuridad bajo el ladrido del perro de la esquina y de los barbillas de la vuelta, cuando no, con los maullidos doloridos del gato de doΓ±a ToΓ±a, que le gustaba dormir en medio de la vereda y el Parva, checato como era, y lagaΓ±oso tambiΓ©n, porque ni la cara se lavaba para correr, lo pisaba cada vez.
DoΓ±a ToΓ±a le dijo una vez al pasarβ¦
βEn lugar de dar vueltas a la manzana y molestar a los animales, ΒΏpor quΓ© no corre la maratΓ³n?, si se anima claro. MΓ©tase con esos patas largas y deje de pisar gatos que nada le hacenβ¦
Herido en su amor propio el Parva se informΓ³ de la prueba y se fue anotar, le tocΓ³ el 222, y no sΓ© por quΓ© lo asociΓ³ con la locura galopanteβ¦
La competencia era de 15 kilΓ³metros. Se iniciaba en los arenales del sur, pasaba por los bosques de eucaliptos y luego se descolgaba en forma de caracol hasta llegar a la meta.
El Parva miraba a los rivales de reojo, mientras tomaban mate y unos amigos y/o entrenadores los masajeaban con un reforzador para caballos de carrera hediondos que ni te digo.
Hombres obesos, calvos, canosos, ensortijados, rara avis con ganas de trascender, se la daban de olΓmpicas figuras. Pero la cosa se compensaba con mujeres atlΓ©ticas de 90-60-90, unas modelos con shorcitos super cortitos y figuras bien distribuidas.
Y se largΓ³ la carrera, el Parva no sintiΓ³ la orden de partida, mateaba manso, si no fuera por el TocinoΒ GΓ³mez que dijoβ¦
– Me parece que se vanβ¦
El tipo seguΓa tomando mate o chusmeando de esas cosas.
– Dale Parva que si no la quedΓ‘sβ¦
– Β‘Con que me quieren dejar!, ΒΏeh?
– TomΓ‘s, tomΓ‘, llevΓ‘ esta bolsita con ocho naranjas, cada dos kilΓ³metros comete una, es fundamental por el azΓΊcarβ¦
El Parva Quinteros saliΓ³ bebiΓ©ndose los vientos y a menos del kilΓ³metro se chupΓ³ todo el jugo de una naranja, al ratito se chupΓ³ otra, y en el tercer repecho, la sed le hizo devorar la tercera. Tres chicas de shorcitos calientes, hermosas realmente, iban adelante suyo. El les miraba las espaldas, y mΓ‘s abajo tambiΓ©n, y no le daban ganas de pasarlas, mΓ‘s bien de ir Β‘ahΓ!, recreando la vista. Por allΓ‘ les ofreciΓ³ naranjas, charla, y ser guΓa de ellas en la carrera, nada le aceptaron. A su orgullo herido lo curΓ³ comiendo todas las naranjas que le quedaban.
Las radios y los canales de televisiΓ³n estaban allΓ, un equipo mΓ³vil guiado por una bella relatora comenzΓ³ hablar del 222 y el Parva adoptaba la postura de un keniata para impresionarla.
-Si yo gano te invito a cenar, si pierdo me invitΓ‘s vos, dijo el Parva. La relatora sonriΓ³ y se fue, si ni un sΓ ni un no.
De pronto unos fuertes calambres le hicieron aflojar el paso a nuestro corredor. Los adversarios se fueron alejando. Un sudor frΓo le corrΓa por la frente. Un dolor de barriga le hizo torcer el rumbo y se metiΓ³ en el eucaliptal.
Apenas se ocultΓ³ detrΓ‘s de unos Γ‘rboles y se bajΓ³ los pantalones, le pareciΓ³ estar viviendo una fecha Patria, porque una salva de 21 caΓ±onazos dieron cuenta de la magnitud de la situaciΓ³n.
Al rato, con los ojos llorosos y luego de utilizar muchas hojas y algunos pastos suaves, volviΓ³ a la rambla, habiendo sacado la conclusiΓ³n que mate y naranja tienen incompatibilidad de caracteres.
En los kilΓ³metros finales no vio a nadie, iba Γ©l y su soledad, nada mΓ‘s. Peor aΓΊn fue llegar a la meta, ya hasta el pasacalle de llegada habΓan descolgado y los barrenderos hacΓan su parte.
Nadie registrΓ³ su arribo. Temiendo que se hubiera suspendido o que fuera en otro lado la entrega de premios, preguntΓ³ a uno y a otro que cruzara por allΓ si sabΓan algo del tema. Todos respondΓan por la negativa.
Un cuidador del predio le dijo.
– Que yo sepa, hace como media hora que llegaron todos, hasta el rengo Boskariov.
– ΒΏUsted me sale de testigo de que yo tambiΓ©n lleguΓ©?
– Yo no puedo afirmar algo asΓ, si no lo vΓ.
– Pero, Β‘estoy aquΓ!.
– No quiero tener problemas con mi empleo.
– Si, pero si mi novia se entera que no figuro en la meta va a pensar que no corrΓ, y es capaz de decir que me fui con otra.
– usted sabrΓ‘ lo que hace.
– Tres corredoras que estaban estupenda y una relatora que ni le cuento vi en la carrera.
– Β‘Ah!, picarΓ³n.
– Pero fue un ratito, nada mΓ‘s, no creo que me inviten a tomar algo.
– Eso nunca se sabe.
– ΒΏUsted cree?
– El amor es ciego.
– Si yo soy como la bella y la bestia al lado de ellaβ¦
– El hombre es como el osoβ¦
– Si pero yo en un concurso de osos creo que entro lejosβ¦
– Por favor no se vaya a tirar al aguaβ¦
– Β‘Por quΓ©?
– y si corre y no llega, a las mujeres las pierde, si se tira al agua se va a hundirβ¦
– Quien le dice que la MΓ³nica Farro me salve y me haga un boca a bocaβ¦
–Β Β Β Β Β Β Β A usted no le hace la boca ni un dentistaβ¦.
CAMACA

