En la poesía de Víctor Lima encontramos el amor a su tierra y una concepción del hombre: emoción por el paisaje y rebeldía por la pobreza y desamparo del niño, explotación en en el trabajo, contradicciones de la cuidad de las naranjas que no sacia la sed de sus niños pobres. Vivió con la esperanzada seguridad en la justicia por la causa popular y la transformación de las relaciones sociales: sus personajes humildes se ennoblecen con los anuncios de un mundo mejor.
Colinas, bajíos, río, naranjales, son escenarios conocidos por nosotros y en ellos están los obreros, el jangador, el pequeño pregonero de naranjas, hombres y mujeres que se empinan sobre el barro cotidiano, pero con la esperanza que le tiende el poeta. Puso a nuestra disposición la belleza poética de nuestra tierra y nos identifica con lo que él concibe como materia de su mundo: el espacio y el tiempo se circunscriben y el hombre es su centro.
«Vivid por eso el presente,
el presente de verdad:
el que avanza hacia el futuro
por el riel del ideal.
Si el hombre gime cadenas
en su afán de libertad,
pensad, que si no la tiene
pese a todo la tendrá.
Que todos somos un tránsito
entre el parto y el entierro,
lo sabeis. Pero pensad:
la Historia no se detiene,
ni nadie la detendrá