Autora de Parejas Mejores, colaboradora de Bumble y conferenciante, opina que conocer tus necesidades y poner límites, independientemente de si tienes o no pareja, es base para construir un vínculo sano
Cada vez se escucha más lo difícil que es encontrar el amor. Buscamos que nuestras parejas sean un todo en uno: compañeros emocionales, amigos, amantes, apoyo personal… Así generamos expectativas muy altas y difíciles de cumplir.
Por si esto fuera poco, las redes sociales han cambiado la forma en que percibimos las relaciones. Existe una constante comparación con «parejas perfectas» que vemos a través de la pantalla y la hiperconexión hace que los vínculos sean más frágiles por el fácil acceso a opciones constantes. Para Alicia González, psicóloga, escritora, conferenciante y colaboradora de Bumble, la app donde ellas dan el primer paso, una relación no depende sólo del azar ni de los patrones: «También depende de las necesidades que expreses». Las conversaciones no matan el romance, sino que son necesarias para construir una relación sana. «Ayudan a saber si estamos en sintonía desde el inicio y si compartimos la visión de futuro».
- En una relación de pareja, ¿considera que hay temas importantes, como el deseo de tener hijos, que deberían tratarse desde las primeras etapas?
- Hay ciertos temas que parecen no importar al principio de las relaciones y, sin embargo y bajo mi experiencia como psicóloga acompañando, luego son un motivo para la ruptura una vez pasado el tiempo. Evidentemente, si tienes clarísimo que quieres ser madre y es tu sueño en la vida, es una cuestión que debes tratar cuanto antes. El problema es cuando se hace caso omiso de la decisión que expresa la pareja desde el primer momento. Hay temas en los que no hay grises, como tener hijos o no, el hecho de querer vivir en tu ciudad o imaginarte en otro lugar, trabajo, estilo de vida… Si tú eres una persona muy familiar a la que le abruma separarse de los suyos y te juntas con un culo inquieto, quizás no es la pareja para ti.
- ¿Cuál sería el momento adecuado y cómo podría abordarse la conversación de forma saludable?
- Creo que eso parte de la importancia que cada uno se dé a uno mismo y a sus sueños. Porque puedes embarcarte en una relación de la que luego te cueste mucho salir y, si te quedas, vas a tener que renunciar a algo que para ti es crucial. Yo he trabajado con parejas en que uno de los dos necesitaba ir a tomar la paella a casa de sus padres todos los domingos mientras la pareja era más despegada y se agobiaba. Esas tensiones se agravan con el paso del tiempo y pueden llevar a la ruptura. No hay tiempos concretos, pero sí que es verdad que cuanto antes, mejor. Porque cuanto más tiempo pasa, más involucrado se está, más sufrimiento seguramente va a haber y más difícil se va a hacer renunciar a esa relación. Esto no quiere decir que en una relación no tenga que haber renuncias, pero que no sean temas cruciales para ti.
- Las etiquetas limitan, pero si no dejas clara la relación, quizá la otra parte te sorprenda. ¿Eso cómo se gestiona?
- El ser humano tiene la necesidad de sentir que pertenece. Hay muchas maneras de conseguirlo: con un estilo concreto, a través de una ideología, una religión, unos valores, un gusto musical… Ahora bien, encasillar no tiene mucho sentido. Es una necesidad muy primaria, pero una de las cosas que más trabajo en terapia es que somos seres infinitos. Tú ahora mismo puedes tener unos gustos que en dos años pienses ‘uf, no sé cómo me podía gustar’. Tu visión del mundo puede variar, o sentirte identificada con otros valores. Por eso tenemos que tener un cierto halo de libertad y flexibilidad. Hoy me siento así, quizá mañana no. Y eso no sólo te lo tienes que permitir a ti, sino que tienes que ser consciente de que a la persona que estás conociendo le puede pasar igual. También es infinita y es posible que al pasar los años descubra otras cosas que puedan ir alineadas contigo o no.
- Si no se comparten algunos valores de base, como la religión, ¿hay futuro en una relación? ¿Qué pasará a la hora de llevar el hijo al colegio si uno desea que la educación sea laica y la otra parte en un colegio de monjas?
- Tú puedes tener una pareja que no opine lo mismo que tú. Tengo un paciente que es cazador y taurino y ella es vegetariana y animalista. ¡Una bomba! Ellos han hecho un esfuerzo para comunicarse con mucho respeto y han establecido sus límites. Él sale a cazar pero no le enseña nada ni se trae la caza a casa. Ella no cocina carne en casa pero no le ataca a él. Han llegado a un acuerdo pero es muchísimo más compleja la relación. Lo ideal es que en los temas troncales, como las creencias espirituales, haya un acuerdo mutuo. Hay quien quiere llevar a un colegio privado a su hijo y la pareja a uno público y uno de los dos cede. Comunicación y negociación siempre desde el respeto, no partiendo de verdades absolutas porque ahí no hay convivencia posible.
- ¿Qué es lo que más le preocupa a la gente en las relaciones de pareja?
- El amor es la mayor causa de sufrimiento pero también de felicidad. Te hace sentir plenitud, lo que pasa es que a veces entendemos mal el concepto. Una de las cosas de las que he sido consciente este año es del sentido de la trascendencia. Cuando te unes a otra persona formas un triángulo: tú, tu pareja y un proyecto común mayor que los dos. Puede ser una vida conjunta, actos de generosidad, una ideología… Si no compartís un proyecto os perderéis en lo que tú me has dicho, en lo que yo te he dicho, en la injusticia, el resentimiento… en definitiva, en lo cotidiano. Es como cuando te subes a un barco y tiene su dirección. Puedo tener el oleaje, pero no voy a ir a la deriva si tengo claro el destino final. Para mí eso es lo más importante, pero la gente tiene mucho miedo. En terapia he visto discusiones por un cepillo de dientes, pero en realidad no era el cepillo de dientes, sino que ella no se estaba sintiendo vista, como no se sentía vista, estaba siendo orgullosa, y los dos tenían miedo de sentirse vulnerables. El miedo es la causa de gran parte de las rupturas. El miedo y sus capas para protegerlo: el orgullo, el resentimiento, la deshonestidad, el no ser nosotros…
- En determinadas generaciones se sigue escuchando eso de «huyen porque piensan que quiero inseminarme». ¿Hay fobia al compromiso?
- El miedo al compromiso está ligado a la poca madurez emocional. Al miedo a que me hieran, al miedo a tener la misma relación que mis padres, al miedo a sufrir, al miedo a repetir patrones… Y tenemos otro factor. ¿Yo me tengo que enfrentar ahora a una relación teniendo la posibilidad de conocer a una persona nueva cada fin de semana, llevándome lo bueno y ya está? No todo el mundo hace esa reflexión y se quedan atrapados de liana en liana, en relaciones esporádicas. Es lo que Zygmunt Bauman definía como amor líquido. Me quedo siempre en la superficie, donde se está aparentemente bien pero no hay profundidad. No hay sentimiento de plenitud y es todo muy efímero.
- La tecnología ha cambiado la forma de relacionarnos pero, ¿para mejor o para peor?
- Ha habido de todo, partes en las que ha perjudicado y en las que hay menos control de impulsos y menos filtro. Antes no había WhatsApp y yo me pensaba lo que te quería decir. Ahora te pongo un OK en mayúsculas y un emoticono para demostrarte que estoy enfadada. Y eso puede derivar en una discusión. Como es mensajería instantánea, lo utilizamos mal y no con conciencia. Pero, por otro lado, permite pequeños microrromanticismos, como desearte un buen día por mensaje o enviarte un meme que nos divierte porque nos recuerda un momento juntos. La tecnología puede enriquecer las relaciones si sabemos usarla.
- ¿Y puede llegar a ser tóxica en términos de control? Por ejemplo, ¿qué piensa de un ‘me ha leído pero no me responde y está conectado’ o ‘le ha dado me gusta a alguien y eso significa coqueteo’?
- Si yo necesito una ambulancia urgentemente, llamaré y no enviaré un mensaje. Así que si yo estoy sintiéndome con mucho malestar o pienso que hay una situación grave en la pareja, no debería utilizar una red social o aplicación de mensajería. Ni WhatsApp ni Instagram se deberían utilizar nunca para discutir con la pareja o para controlarla. Es mi consejo. El exceso de control, descontrola. Cuanto más me obsesiono por controlar, más descontrolada me voy a sentir. Es un pez que se muerde la cola y peligroso no sólo para la pareja, sino para una misma. Hay que tener cuidado porque las redes sociales nos ponen el control en bandeja. Así que cada uno tiene que tener su control por no controlar. Parece una situación efectiva en un principio, porque te va a aliviar, pero acaba siendo una trampa mortífera.
- ¿Cuáles son las bases o pilares de una relación sana?
- [Ríe]. No hay un sólo modelo de relación que funcione. De hecho, conozco gente que se grita mucho y dicen ser muy felices al ser preguntados. También hay gente que no habla de sus problemas pero sabe llevarlos. Yo creo que una de las cuestiones más importantes es la compatibilidad y coincidencia en la manera de gestionar los conflictos. Si yo necesito hablar las cosas ya y mi pareja es evitativa, eso va a ser una bomba de relojería. También es fundamental que haya una apertura a la vulnerabilidad y admiración a la pareja. Del tipo que sea y hacia lo que sea, pero que esté. Y, como comentábamos antes, el sentido de la trascendencia o proyecto en común. Salva a las relaciones por encima de la empatía y de la escucha.
- Fuente:Cristina Galafate
- EL MUNDO – ESPAÑA