A modo de simple aporte en tan importante fecha, la del “Día Mundial de la Poesía”, algunas armazones de poemas, de un compañero de ruta de la poesía, Ramón Lanzieri. Estas armazones dormían en viejas hojas sueltas, amarillentas y arrugadas, vueltas a planchar y arrugar, en décadas, esbozos de algunas convocatorias literarias, corporizadas en revistas, plaquetas, algunas vieron fugazmente la luz, otras no, pero para que no sigan sufriendo en viejos y olorosos muebles, en apolillados cuadernos, se hagan a la luz. Aclaro que desde el punto de vista literario no son de lo mejor de la abundante producción de Ramón Lanzieri, que alcanzó su gloria en libros de cuentos y novelas, pero que dejó para publicar valiosos poemas, que algún día saldrán a la luz. Lo que mostramos aquí simplemente son armazones, en sus tiempos de principiantes pero que tienen su validez, juzgue usted.
EL DIA DE LA POESIA
“El Día Mundial de la Poesía, se celebra cada año el 21 de marzo, conmemora una de las formas más preciadas de la expresión e identidad y lingüística de la humanidad. La poesía, practicada a lo largo de la historia en todas las culturas y en todos los continentes, habla de nuestra humanidad común y de nuestros valores compartidos, transformando el poema más simple en un poderoso catalizador del diálogo y la paz”.
“La UNESCO adoptó por primera vez el 21 de marzo como Día Mundial de la Poesía durante su 30ª Conferencia General en París en 1999, con el objetivo de apoyar la diversidad lingüística a través de la expresión poética y fomentar la visibilización de aquellas lenguas que se encuentran en peligro”.
“El Día Mundial de la Poesía es una ocasión para honrar a los poetas, revivir tradiciones orales de recitales de poesía, promover la lectura, la escritura y la enseñanza de la poesía, fomentar la convergencia entre la poesía y otras artes como el teatro, la danza, la música y la pintura, y aumentar la visibilidad de poesía en los medios. A medida que la poesía continúa uniendo personas en todos los continentes, todos están invitados a unirse”.
«La orquestación de las palabras, el colorido de las imágenes y la contundencia de una buena métrica otorgan a la poesía un poder sin parangón. Como forma de expresión íntima que permite abrirse a los demás, la poesía enriquece el diálogo que cataliza todo progreso humano y es más necesaria que nunca en tiempos turbulentos”.
“EL POETA DICE LA VERDAD”
Dice Lanzieri: “Y vayan los versos a cumplir su rol..,”
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Ruedan, ruedan, las ruedas
por las calles rotas
en la guerra del Siglo, intemporal, eterna.
El pobre mendigo duerme atrapado por el hambre
pasa el hombre, ligero, pensativo
intelectual de última instancia.
Gris, gris de cielo y alma, valores que perduran,
destrozan, engañan, aún los lobos impacientes
roen las calaveras de los sabios de los sabios
y yo creo metáforas, y yo soy un sucio,
despatarrado muñeco que aprende, enfermo,
divagante por el Hospital-Planeta.
Hongo a diez kilómetros de altura, atómico
aún no encuentro al tótem último de la prensa
sobreviviente pegajoso
armado
para siempre.
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Una música extraña, bosque adentro
un humo de amanecer no vivido
un vaho azul, nostálgico, grises siluetas
estampas londinenses en cualquier parte.
Planeta sin luz, estruendos, guerras, misiles
lo que aquí escribo me defiende
mi único error es que sigo amando
sigo caminando
has de saber.
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EL PIFIE
Pisé el escalón y tomé el pestillo con movimientos decididos que, sin embargo, se mostraron falsos en el instante siguiente.
No iba desde que el Tata se murió. No me había animado. No es que yo frecuentara el Resistencia con la asiduidad de un parroquiano. Pero siendo yerno del Tata, tenía pase libre vitalicio.
Y entrar al Resistencia no era una acción, era un acto.
El asunto es que el pestillo se me pegó en la mano y quedé como en cámara lenta, asordinado, como en esos sueños en que huyendo del monstruo los pies se aploman y la interminable agonía se hace densa y cada paso es la mitad del anterior y cada resuello es más corto que el previo.
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Hace frio como siempre,
como en tantas otras ocasiones
yo me acurruco como un niño
y los veo avanzar centelleantes
ráfagas de siluetas muy extrañas.
La calle se desenvuelve como siempre
con sus voces, sus pasos, y rumores
sus ruidos de motores y bocinas
y sus anónimos silbadores.
Ellos se posesionan del escenario, parlamentan,
como siempre, hablan de sus fracasos
sus desamores, sus destiempos
y sus infaltables mentiras piadosas.
Conocen el libreto al dedillo, y alardean de sus dotes actorales
transformando la húmeda pieza en algo más que un tinglado,
el teatro de los sueños arrebatados, marionetas deshilachadas.
No me importa, igual me divierten, igual me entretienen y asustan
y hundo la cabeza entre mis piernas
como el niño que se repite en el rincón.
A ellos no les falta la risa, se lo digo,
como en esa escena en la que hablaba, gesticulaba
y amenazaba, que al hombre se le cae la dentadura.
Amanece, se me cae la fantasía, la loca adrenalina
de las siluetas que se marchan, centelleantes
tal como vinieron, y yo salgo a saludar por ellos
cae el telón, se vuelve a levantar, ahora,
ante la mal inventada realidad que me enceguece
hete aquí, la ciudad.
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