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El crimen del pasillo  

 

 

 

Apareció tendido cuan grande era en el pasillo largo de las oficinas. Fue el revuelo del lunes a la mañana. Y pensar que el sábado al mediodia, en la despedida de todos los compañeros y jefes, hubo un deseo mutuo de un feliz fin de semana, “espero que vengan con mejor ánimo el lunes”, dijo como siempre el jefe principal, al ver alejarse casi en tropel a los oficinistas, una docena de ruidosos seres humanos como no había visto igual, quienes a esa altura estaban en “otra cosa”.

El lunes cuando llegaron, casi al mismo momento, echaron andar pasillos, escaleras, ascensores, nuevas escaleras.

Lo hacían como siempre, de forma despreocupada, bulliciosa, sin imaginarse que a pocos metros de allí yacía un cuerpo inerme.

Cuando la tropilla desembocó en el pasillo largo, frente a las puertas de la oficina del jefe, como esperándolo para pintar sorpresas en esos rostros, estaba el cuerpo tendido en el piso alfombrado, y por el olor, con un alto grado de descomposición.

El terror se adueñó de los presentes que empezaron a lanzar gritos histéricos  y a taparse las narices. Cuando recobraron la calma, empezaron con las averiguaciones, para finalmente hacer afirmaciones…

– El asesino lo hizo el sábado a la tarde, digo, por el olor que tiene el cuerpo…

– ¿Te parece?

–  Si, leí casos parecidos en varios libros.

– En las películas no quedan así…

– Si ustedes observan, esa pigmentación negra, señala que hace más de 24 horas que entró en un proceso de descomposición.

– ¿Te parece?

– No lo toco ni lo huelo más de cerca porque por ahí cuando vengan los expertos se confunden las pistas, pero, estoy seguro que opinarán igual que yo, que el  sábado a la tarde se consumó el crimen.

– Yo hace años que trabajo aquí y nunca habia visto algo parecido.

– Se ve que estamos ante un sádico e inescrupuloso personaje, ¿un asesino serial?.

– Yo digo, desconocida la víctima, pero, ¿desconocido el verdugo?.

– ¿Qué querés decir?

– Que todos estamos bajo sospecha, la policía nos meterá en una misma bolsa.

Esperando a los expertos pasaron un par de horas. De las oficinas vecinas acudían decenas de empleados, ya se sabía en todo el edificio, en el barrio, todo el mundo estaba conmovido con la aparición de un cadaver…

– ¿Quién sería el desgraciado?

– Y pensar que debe haber habido una gran lucha…

– Tenés razón, porque a pesar del parquet, da la sensación de que hubiera sido arrastrado…

– O desprendido de cierta altura, porque vieron que las extremidades están un poco golpeadas, como hundidas…

A media mañana aquello era una romería, oficinistas, vecinos curiosos, la prensa y la policía que se empujaban, se molestaban, tratando de ver, de pensar y de desentrañar, por qué actuó así el criminal, porque la víctima yacía cuan larga era…

Un experto dijo que el asesino debía ser un grandote, “no es fácil despachar una víctima de ese tamaño”.

– Para mi el cadaver nos habla de una persona enferma, que de cualquer manera, por más fuerza que hiciera, no podría evitar lo que pasó…

El olor aumentaba, el pasillo estaba libre mientras los empleados municipales avanzaban con palas y escobillas, y luego que uno de ellos hundiera la pala, el olor se hizo insoportable.

El asesino jamás sería descubierto, es cierto, pero a todos les quedó retumbando en la cabeza las últimas palabras del municipal…

– ¡Que tigre se mandó!!!

 

CAMACA

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