El Uruguay contemporáneo vive una paradoja: mientras la educación enfrenta carencias estructurales —falta de recursos, formación docente insuficiente y altos índices de deserción—, emergen discusiones que apuntan al corazón de la identidad cultural y simbólica del país. En una reciente Asamblea Técnico Docente (ATD), una propuesta de revisar los símbolos patrios, sus protocolos y la obligatoriedad de los actos cívicos encendió la polémica.
SÍMBOLOS PATRIOS BAJO LA LUPA
Los defensores del cambio sostienen que banderas, himnos y protocolos podrían adaptarse para reflejar una sociedad más diversa e inclusiva, fomentando así el sentido de pertenencia en las nuevas generaciones. Del otro lado, quienes se oponen consideran que esas transformaciones distraen del verdadero problema —la crisis educativa— y ponen en riesgo el respeto por la tradición y la continuidad histórica.
No es un debate menor. En la mayoría de los países, cualquier modificación de símbolos nacionales requiere consensos amplios y procesos legislativos complejos, ya que estos elementos son parte del patrimonio común y la memoria colectiva.
LAS TÚNICAS BLANCAS QUE ALGUNOS QUERÍAN VERDES
El cuestionamiento a los símbolos no se limita a lo patriótico. En el terreno escolar, también se ha discutido la eliminación de la moña y la sustitución de la túnica blanca por una verde.
La túnica blanca con moña, instaurada como emblema de igualdad entre los estudiantes, sigue siendo para muchos un símbolo de respeto y pertenencia. Sin embargo, los promotores del cambio señalan que el blanco se ensucia con facilidad, generando una carga para las familias, y que el verde —asociado con la esperanza y la naturaleza— podría otorgar un nuevo significado al uniforme.
En este cruce de visiones, la tradición choca con la necesidad de adaptación práctica y simbólica a los tiempos actuales.
CANCIONES POPULARES EN DISPUTA
Otro terreno de debate cultural son las letras de canciones infantiles y populares. En los últimos años se reescribieron versiones de “Arroz con leche”, reemplazando la tradicional visión doméstica de la “señorita que sepa coser” por estrofas que promueven igualdad, autonomía y sueños de libertad.
Más recientemente, la polémica alcanzó a “Azuquita pa’l café”, cuando la Banda Municipal de San José dejó de interpretarla tras reclamos que denunciaban un contenido sexista. Defensores de las canciones originales las reivindican como parte del acervo cultural sin intención dañina; sin embargo, feministas y colectivos de género subrayan que, aunque el contexto histórico sea distinto, los mensajes reproducen estereotipos y deben revisarse.
TRADICIÓN Y CAMBIO, UN DILEMA CULTURAL
Estos episodios —de la túnica escolar a las canciones infantiles— son más que anécdotas, evidencian el pulso de una sociedad que oscila entre conservar símbolos que garantizan continuidad y resignificarlos para alinearlos con valores contemporáneos.
El dilema uruguayo no es exclusivo, pero adquiere un matiz particular en un país que se piensa a sí mismo como heredero de fuertes símbolos cívicos y educativos. En definitiva, la pregunta de fondo es si los cambios culturales deben esperar a que se resuelvan los problemas urgentes, o si, por el contrario, forman parte del mismo proceso de transformación que necesita la educación y la sociedad en su conjunto.
Otra interrogante es saber si renegamos del pasado, olvidamos de dónde vinimos y si nos da la mismo saber o no hacia dónde vamos?
Un cambio ineludible que nos plantea el actual gobierno en el nuevo Presupuesto Quinquenal, dejar atrás la Cédula de Identidad, y empezar a utilizar el DNI (Documento Nacional de Identidad).
ARÓN VIERA