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Uruguay crea el Día del Apicultor Un homenaje nacido en Salto y proyectado al país

 

 

La Cámara de Representantes aprobó la instauración del Día del Apicultor, una iniciativa con fuerte raíz salteña que reconoce más de un siglo de tradición, innovación y trabajo. La figura pionera de Antonio Malaquina, impulsada hoy por su nieto Luca, vuelve al centro de la escena en un sector vital para la identidad productiva del norte uruguayo. El diputado Horacio de Brum —representado en sala por su suplente Julio Franchi— acompañó el proceso y resaltó el valor económico, ambiental y cultural de la apicultura.
SALTO VUELVE A BRILLAR DONDE NACEN LAS ABEJAS
La reciente aprobación del Día del Apicultor por parte de la Cámara de Diputados no es solo una decisión administrativa: es un gesto político cargado de memoria, identidad y proyección.
Para Salto, donde la apicultura fue durante décadas escuela de trabajo, ciencia artesanal y orgullo familiar, el reconocimiento adquiere un sentido especial.
No es casual que el proyecto haya surgido del impulso de Luca Malaquina, nieto del legendario Antonio Malaquina, figura mayor de la apicultura nacional. Y no es menor que haya sido acompañado permanentemente por el diputado Horacio de Brum, quien siguió de cerca cada etapa del proceso legislativo, reafirmando el compromiso con un sector que combina naturaleza, conocimiento y desarrollo local.
El día de la votación, actuó en su banca el diputado suplente Julio Franchi, encargado de poner en palabras esa historia viva que aún late en los apiarios del norte. “Malaquina capturaba enjambres a los ocho años y a los once —¡once años!— ya manejaba colmenas propias y comercializaba miel”, señaló.
Un niño salteño que comprendió antes que nadie el lenguaje de las abejas y terminó construyendo una revolución productiva.
Porque Malaquina no solo supo trabajar con colmenas, modernizó la apicultura nacional. En 1902 importó cajones estandarizados y trajo reinas italianas, incorporando genética avanzada y métodos que aún hoy influyen en los productores del país. Su aporte fue técnico, cultural y también económico, abrió caminos para que cientos de familias salteñas encontraran en la miel un sustento, un oficio y una identidad.
UN DÍA PARA CELEBRAR Y PENSAR EL FUTURO
La fecha elegida —13 de junio, día del nacimiento de Malaquina en 1878— será desde ahora una jornada para reconocer a los apicultores, pero también para mirar hacia adelante, agregar valor, abrir mercados, innovar sin perder la esencia.
Porque la apicultura no es solo miel, es biodiversidad, es economía circular, es la relación más fina entre los seres humanos y el ambiente. Y Salto, con su historia y su empuje productivo, vuelve a quedar en el centro del mapa. Vuelve a dar un ejemplo, cuando la memoria se hace futuro, hasta las abejas zumban más fuerte.

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