El hombre desde su origen siempre necesitó ir al baño. Adán antes de ser
tentado por Eva, y de comerse la manzana, fue al baño. Que tuviera puertas y
paredes eso era otra cosa, pero, que Adán fue, fue.
En Grecia la cosa se canalizó cuando Petrus Canius puso la fábrica que llevó
su nombre, un gran agujero forrado (como se le llamó entonces) utilizado para
hacer correr el líquido y también, el cuerpo del delito.
Tanto se popularizó la fábrica de Petrus que las conexiones fueron conocidas
como caños.
En Pompeya (y más allá, la Inundación) los caños fueron perfeccionados y
nacieron las cloacas.
En Turquía, por siglos, las cosas se hacían a campo abierto, sujeto y de
sencillo. Levantaban cada cerrazones a la hora de ponerse de cuclillas, que fue
por eso que siempre se dijo, que la cosa era como turco en la neblina.
Fue en esos momentos que los ecologistas de entonces iniciaron las luchas
contra la contaminación ambiental.
Luego vino la etapa del resumidero y el excusado, hasta que en los tiempos
modernos, el water ha resultado ser el banco donde se han venido depositando
los más grandes intereses del mundo.
Lo que no puede faltar en la cartera de la dama y el bolsillo del caballero
actualmente es el papel higiénico.
En los comienzos fueron las manos, pero pronto los antiguos se dieron cuenta
que la cosa no era pintura, ni los dedos pincel…
El pasto fue un recurso temporario muy importante pero como no era un asunto
a tratar con rudeza, y uno en el apuro, por ahí manoteaba ortigas, espinas o
algunas que otras fibras ásperas, que pudiera hacer conmover las delicadezas,
se dejó que otros animales le dieran mejor uso.
En Egipto se utilizó el papiro, en campaña el papel de «estraza», en las obras
de la construcción y entre cuadrillas de obreros, el papel de diario, y en un
supremo y lloroso sacrificio, las lijas…
En estos tiempos de pieles delicadas tenemos el papel H y el apoyo del bidet,
que es un chorro bueno, a pesar de que te encañona…
CAMACA