18 de agosto 2025
En estos días los blancos anduvieron de fuertes recuerdos, por los 189 años del Partido Nacional, por el cumpleaños de Aparicio Saravia, el legendario caudillo, que murío peleando por sus ideales.
“Aparicio Saravia da Rosa nació el 16 de agosto de 1856 en Cerro Largo, Uruguay. Fue el cuarto hijo de una familia brasileña que se estableció en Uruguay. Desde joven, Saravia mostró interés por la vida militar y se unió a la Revolución de las Lanzas a la edad de 14 años, donde ganó el apodo de «Cabo Viejo».
Y quienes crecimos tan lejos de aquellos días supimos de sus andanzas, de sus batallas, de su caída, bajo un áurea de leyenda, en cuentos escritos, orales, en canciones, en recitados.
El Aparicio Saravia que se nos impregnó en la mente y en la piel fue el del que describían Ardúa y Tabaré Etcheverry, el de los recitados de Rufino Mario Garcia, del Pampa González, en las canciones de Carlos María Fossatti, de Carlos Benavides, los poemas de Washington Benavides, en la voz de Alfredo Zitarrosa, para conmovernos como nadie.
Un día, en un viejo y rendidor camión Bedford de medianas dimensiones, pasamos por el supuesto lugar de la batalla de Masoller. Quien manejaba el camión, Don Elbio, era un hombre culto y me contó todo lo que sabía sobre el acontecimiento. De tanto en tanto leo algo y descubro cosas nuevas sobre aquel tiempo de guerra de nuestro país.
Aparicio Saravia es recordado como un caudillo que intentó hacer una política diferente y que dejó un legado importante en la historia de Uruguay, siendo un referente en la lucha por la justicia social y los derechos civiles. Su vida y obra continúan siendo objeto de estudio y admiración en el contexto histórico uruguayo”, decía una de las notas.
En estos días, por esas cosas de andar buscando, de retomar viejas lecturas, una mañana en que el mate me acompañaba, de estufa prendida, y la radio en cualquier punto del díal, con voces de la otra orilla, fue sentí como un sonido extraño, de un clarín y pensé, es “Camundá”, “el clarín de Aparicio Saravia». Camunda era el apodo de Juan José Rodríguez, un moreno que se desempeñó como el clarín de órdenes de Aparicio Saravia. El clarín, en un contexto militar, era el encargado de tocar la corneta para transmitir las órdenes del comandante a las tropas en el campo de batalla. En un ejército irregular como el de Saravia, que operaba en la vasta campaña, esta función era vital para coordinar a la caballería y a los lanceros. Camunda no solo era un instrumento de comunicación, sino que se convirtió en una figura de confianza y en un símbolo de la cercanía del caudillo con sus hombres. Su nombre es un recordatorio de la lealtad y el valor de los soldados que acompañaron a Saravia en sus revoluciones.
Dicho sea de paso, la figura de Camunda, con su clarín, se ha inmortalizado en la tradición oral y la historia uruguaya como un emblema de la épica «Patria Grande» y de las luchas políticas que forjaron la identidad del país.
DESPUÉS DEL CLARÍN LAS PREGUNTAS QUE SIGUEN FLOTANDO EN MI
No he encontrado una versión imparcial, un análisis profundo y datos de lo que verdaderamente pasó en Massoller.
Hace muchos años, viviendo en Dolores, tuve una charla con Sari Torres, un historiador, escritor, una inmensa figura de aquellos lares.
Comentó que familiares de gente de Dolores que anduvo por aquellos dias en Massoller le habían contado que, sus antecesores habían revistado en el ejercito, que por esos días habían obtenido modernas armas. En esos comentarios le hablaron de unos “rifleros”, que al parecer se transformó en un grupo de élite del ejercito que se preparó para cazar en batalla a Aparicio Saravia. Sari Torres me dijo que no descartaba que hubieran existido y que se hubieran preparado para eso, como simples franco tiradores. Pero eso nunca salió en la historia oficial, no se encuentra en los libros ni respaldan los historiadores renombrados.
Otra cosa que se decía, y eso vino en tradiciones orales que hubo gente interesada en terminar con la fama de Aparicio y sobre todo porque era una figura molesta para sus intereses y que ellos sí habrían contratado a uno o mas francos tiradores para eliminar a Aparicio.
LA HISTORIA
“La muerte de Aparicio Saravia en la Batalla de Masoller (1 de setiembre de 1904) es un evento clave en la historia uruguaya, y aunque la versión oficial establece que fue por una herida de bala, existen elementos de controversia y especulación respecto a las circunstancias exactas.
Fue herido gravemente en la Batalla de Masoller el 1° de setiembre de 1904 y falleció diez días después, el 10 de setiembre, en una estancia en territorio brasileño debido a las heridas. Su muerte fue un golpe devastador para la Revolución de 1904 y marcó el fin del caudillismo rural en Uruguay.
Los «Rifleros de Masoller»: No hay una referencia histórica sólida a un grupo de élite denominado «Los Rifleros de Masoller» en el sentido de una unidad organizada y reconocida por el ejército con ese nombre específico. Lo que sí se sabe es que el ejército gubernamental, bajo el mando de José Batlle y Ordóñez, estaba mucho mejor equipado y entrenado que en revoluciones anteriores. Contaba con armamento moderno, incluyendo ametralladoras Colt y cañones, y también se especula sobre la contratación de francotiradores.
¿Bala perdida o francotirador?: Aquí es donde radica gran parte de la controversia. Si bien la versión más aceptada es que fue alcanzado por una bala en el campo de batalla, existen dudas sobre si fue una «bala perdida» en el fragor del combate o si fue un disparo dirigido por un francotirador.
Algunos historiadores sugieren que no fue una bala al azar, sino un disparo preciso, lo que daría pie a la idea de un francotirador contratado. De hecho, se ha especulado que se utilizaron fusiles Remington adaptados para francotiradores en esa época.
La naturaleza de la herida y la forma en que Saravia, conocido por estar siempre en los lugares más peligrosos del combate, fue impactado, han alimentado estas teorías.
La figura del «soldado desconocido» que disparó a Saravia es parte de la leyenda que rodea su muerte.
La historiografía ha debatido este punto, y si bien la muerte de Saravia por una bala es un hecho, la precisión sobre su origen sigue siendo un punto de interés y especulación para investigadores e historiadores. La historia oficial no profundiza en el autor del disparo, lo que deja espacio para estas interpretaciones.
LOS DIARIOS DE ESOS DÍAS, LOS CUENTOS ORALES, LAS VOCES DE LOS QUE ESTABAN CERCA
La muerte de Aparicio Saravia es uno de esos momentos históricos que, a pesar del paso del tiempo y de la extensa historiografía, sigue generando debate y alimentando el mito. Es cierto que no existe una única «historia posible» que satisfaga a todos, y esto se debe a varios factores:
– La Falta de Precisión en los Relatos de la Época
– Los diarios de la época, tanto oficialistas como opositores, cubrieron la Batalla de Masoller y la noticia de la herida y posterior muerte de Saravia. Sin embargo, en el fragor de la batalla y en un contexto de guerra civil, la precisión de los reportes es a menudo limitada. Los partes militares tienden a ser estratégicos y no necesariamente forenses. No se esperaba que un diario de 1904 tuviera la misma capacidad de investigación o los mismos estándares de exactitud que se exigen hoy.
Las narraciones orales de los combatientes y de quienes estaban cerca de Saravia son, por naturaleza, subjetivas y a menudo teñidas por la emoción, la lealtad y el trauma de la guerra. Es común que surjan leyendas y versiones idealizadas o dramatizadas, especialmente cuando se trata de figuras tan carismáticas como Saravia. Algunos relatos pueden haber sido «pulidos» con el tiempo para realzar el heroísmo o la tragedia.
LOS INFORMES DEL OTRO BANDO
Los informes del bando gubernamental, o «colorado», probablemente buscaron presentar la victoria como un logro militar y estratégico, sin necesariamente detenerse en los detalles del disparo a Saravia, a menos que fuera para atribuírselo a una acción heroica de sus tropas. La muerte del caudillo blanco significaba el fin de la revolución, un objetivo primordial para ellos.
Como mencionamos, la Batalla de Masoller fue particular porque el ejército gubernamental contaba con armamento más moderno, incluyendo fusiles de precisión que permitían disparos a mayor distancia. Esto alimenta la teoría del francotirador.
En ese momento, no existían los métodos de investigación forense actuales. No se realizó un estudio balístico exhaustivo para determinar el tipo de munición, el ángulo del disparo o la distancia. Los médicos de la época se centraban en la atención de la herida, no en la criminalística.
José Batlle y Ordóñez, como presidente en ese momento, emitió declaraciones y comunicados en el contexto del fin de la Revolución de 1904 y la muerte de Aparicio Saravia. Aunque no siempre se encuentra una «declaración oficial» única y concisa sobre la muerte de Saravia en el sentido de un parte de guerra detallado sobre el hecho en sí, su postura se reflejó en el cierre del conflicto y en la consolidación de su gobierno.
Una de las citas que se le atribuyen y que refleja su visión tras la muerte de Saravia y el fin de la revolución, es la siguiente:
«Fue un hijo eminente de la República. Nos golpea hoy su deplorable ausencia, cuando todavía estaba destinado a prestarle grandes servicios. En la hora del consejo y de la decisión, su voz de prócer marcaba rumbos. Gran pérdida para el patriotismo. Con pena y emoción de amigo, me inclino ante su alta memoria.»
CAMACA
(Nota original fue publicada en Diario El Pueblo)