Un tarde de sol, en Puntas del Sauce Verde, dos amigos mateaban debajo de un naranjo criollo, viendo la vida pasar. Liborio Piedras y Aquino Zubí discurrían mansamente soltando frases cargadas de un hondo contenido filosófico.
– Asi como me ve, Liborio, a mi me gusta la ciencia. Yo se muchas cosas del cosmo…
– Como quien dice es un cosmonauta, Aquino, ¿verdad?.
– Poesí.
– Es lindo saber esas cosas.
– Figurese.
– A mi también me atraen los misterios del firmamento
– Usted dirá.
– Sobre los meteroritos esos, ¿por qué caen?
– Hay mucha piedra allá arriba, mi amigo.
– Lo supuse. Y se ve que no están firme, ¿no?.
– Es que hay una gran cantera, ¿no sé si oyó hablar de la bóveda celeste?. Bueno, el techo de esa bóveda es pura piedra, y como el mundo da tantas vueltas, ¿vio?, en ese traqueteo, se aflojan, ¿me comprende?
– De no creer.
– Es así nomás. Viene de todo, piedra dura, de basalto, de granito, con metales, todo se viene abajo de esas inmensidades…
– ¿Así?
– Y viene mucha piedra de cuarzo también, muchos meteoritos cristalinos, que es de donde sacan el vidrio.
– Lo que son las cosas, ¿no?. Así que en casa que tenemos botellas a patadas, vaya uno a saber de que lado del universo vinieron, ¿no?.
– Sabe Dios.
– Lo que es la naturaleza, ¿se da cuenta?. Y esas…¿son las únicas piedras que caen?
– Y en un tiempo caía una piedra de luz, que en campaña, se usaban mucho para iluminar los ranchos.
– ¿No me diga?
– Perucho, el capataz de los González, sin ir más lejos, hace una punta de años que tiene una piedra de luz en su casa.
– ¿Alumbra?
– Ahora, con el tiempo, está fallando un poco, pero él no pierde las esperanzas…
– ¿De?
– Que caiga otro meteorito cerca para cambiar la luz.
– ¿Y si no?
– Y se va a tener que conectar a UTE nomás…
– Cosas del confort que le dicen.
– Pero eso no es todo. El Deolindo se hizo rico vendiendo a los del pueblo piedritas de luz en miniatura.
– ¿y para qué la querían?
– Como piedras de yesqueros…
– CAMACA-