Un consejo de Judas vendió a trescientos Cristos.
No hubo calvario, ni cruz, ni clavos.
El sacrificio fue en un corral de ramas secas,
donde les sellaron los bolsillos,
y sus salarios echaron a correr, desbocados.
Son los mismos Judas de hace diez años,
reincidentes,
ofrecieron sin piedad a otros Cristos.
Ni treinta monedas, ni remordimientos,
solo un contrato en letras grises
y un apretón de manos sucias.
CAMACA