InicioCamaca HeraldLo dijo Bioy Casares: No quiero morir sin escribir algo sobre Borges

Lo dijo Bioy Casares: No quiero morir sin escribir algo sobre Borges

En un almuerzo en casa de Victoria Ocampo, en 1932, conocí a Borges.
Yo sentía que Borges era la literatura viviente. Para los dos, lo más importante era comprender. Tanto Borges como yo creíamos en la inteligencia como instrumento de comprensión.
Borges tenía ese tacto secreto para hacerme sentir que yo era su par. En alguna medida debía considerar que yo era suficientemente inteligente. Cuando dos personas son amigas, una enseña a la otra.
Siempre tuve predilección por la simplicidad y la transparencia que pudo haber sido beneficiosa para Borges, a quien le gustaba demasiado el estilo culto, erudito, artificial. Pienso, que pude en eso, haber sido útil para él, como él fue útil para mí.
Nosotros creamos ese personaje, Bustos Domecq, y mientras lo pudimos gobernar, seguimos con él. Después se tornó ingobernable y dejamos de escribir, pero seguíamos viéndonos y comiendo juntos todas las noches. Cuando sentimos que podíamos volver a escribir juntos, surgieron los nuevos cuentos. Éstos fueron tan buenos -o tan malos- como los primeros. Crónicas de Bustos Domecq fue el mejor libro que escribimos juntos.
Escribíamos habitualmente por las noches. Conversábamos libremente sobre la idea que teníamos acerca de un tema hasta que se iba formando, casi sin proponérnoslo, un proyecto común. Luego me sentaba a escribir ante la máquina, últimamente a mano, porque escribir a máquina ahora me da dolores de cintura. Si a uno se le ocurría la primera frase, la proponía y así con la segunda y la tercera, los dos hablando. Ocasionalmente Borges me decía: «No, no vaya por ahí», o yo le decía: «Ya basta, son demasiadas bromas». Pienso que ese trabajo en colaboración debió enseñarnos a ser modestos, porque cuando empezamos nos sentíamos alineados en una campaña a favor de la trama y de la escritura deliberada, eficaz y consciente.
Tuvimos largas discusiones sobre el amor en la literatura. Borges se pasó la vida enamorado de verdad, y sufrió muchísimas veces. Sin embargo tenía un prejuicio en contra del amor en la literatura. Como si hubiera dicho: «Bueno, basta, hay otras cosas aparte del amor». Hasta ahí, su reacción era racional y su actitud justificada. Pero a veces exageraba y tenía una postura casi puritana contra el amor. Yo le decía que no fuera puritano y él valorizaba extraordinariamente que se lo hubiera dicho. No era ningún mérito de mi parte sino un comentario sensato y justificado,
También yo le decía: «Bueno, basta de estar tan entusiasmado con Quevedo, Lope de Vega es mucho menos pedante, mucho más grato y dice cosas más profundas». Borges, agradecido, me daba la razón y pensaba que yo lo rescataba de una superstición. No es para tanto. Espero no morirme sin haber escrito algo sobre Borges. Lo que podría hacer es sólo contar cómo lo vi yo, cómo fue conmigo. Corregir algunos errores que se cometieron sobre él, defender a Borges y, sobre todo, defender la verdad. Siempre tuve una superstición con la verdad, tal vez yo estuviera atado a la verdad más que Borges. Él a veces arreglaba su pasado para que quedara mejor literariamente. Es como si hubiera preferido realmente la literatura a la verdad. Podía tener cierta falta de escrúpulos que lo hacía reír muchísimo cuando uno la descubría y se la señalaba. Ocurre que él veía la realidad como una expresión de la literatura y ése es el mejor homenaje que se puede hacer a la literatura.
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Memorias, Adolfo Bioy Casares, 1994.
Ilustración de la Web.

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