Ana Comnena, princesa e historiadora bizantina del siglo XII, expresó en su obra Alexiad la necesidad de rescatar las contribuciones femeninas de la invisibilidad histórica.
Esta frase surge en un contexto donde las mujeres, aunque participaban en la vida política y cultural del Imperio bizantino, rara vez eran registradas en las crónicas oficiales, dominadas por relatos de hazañas masculinas y eventos bélicos. Como hija del emperador Alejo I Comneno y testigo de eventos clave como las Cruzadas, Comnena desafió las convenciones de su época al incluir en su narración a mujeres que ejercieron poder detrás de los tronos, como su madre, Irene Ducas, cuya influencia en decisiones diplomáticas y administrativas fue crucial pero sistemáticamente omitida.
Su crítica al «silencio» refleja una conciencia temprana de la exclusión sistemática de las mujeres de los registros históricos, algo que ella intentó corregir al documentar sus roles como consejeras, mediadoras o incluso estrategas. Por ejemplo, describió cómo mujeres aristócratas gestionaron recursos durante asedios o preservaron conocimientos médicos. Aunque su enfoque no era feminista en términos modernos, su obra representa un esfuerzo pionero por cuestionar la parcialidad androcéntrica de la historiografía, utilizando su posición privilegiada para ampliar el relato histórico.