- Venga que este chivito tiene papas fritas para usted, cabrita…
- Salga de hay que ni chicitos
Dicen que el campo se renueva con el tiempo, con la llegadas de técnicos, de maquinarias y del uso de nuevas razas. A Patricio Contreras, tambero de la guardia vieja, le costó llegar al convencimiento de que la leche de cabra tenía sus beneficios, y que era una de las que estaba creciendo en la zona, y en la planta de lácteos, donde se llevaban los tarros. Los hijos le insistían en la bondades de la leche de cabra, la facilidad para incrementar el producto, porque bastaba un buen chivo macho para que el plantel se multiplicara y que era mejor para los quesos.
A Patricio le vendieron un chivo joven y cuando le dijeron que nombre le iba a poner, el viejo Contreras dijo “Pavoni”. “Es el único chivo que conocí en mi vida, y más que conocer fue el de escuchar su nombre cuando jugaba en Independiente de Avellaneda, porque si hay algo que siempre me gustó fue escuchar el fútbol argentino de los domingos y este Pavoni jugaba siempre, y le decían el Chivo.
Así fue que el Pavoni de Contreras le dio fama al tambo en cuestión, e hijos a todas las cabras ávidas y por haber que andaba en la zona. Don Contreras cuando vio la fama de don Juan del Chivo Pavoni, a los que andaban con cabras en la vuelta, les alquilaba el vientre, y le pagaba con un cabrito, porque Pavoni era como los jugadores de básquetbol, apuntaba tiraba y era doble, todas las veces.
Un día cayó uno del Plan de Crecimiento Rural y le dijo que se estaba formando una cooperativa de cabreros de la zona, y que en nombre del Estado le alquilaba a su chivo. Como don Patricio a esa altura no sabía que hacer con tanta cabra, le alquilo el chivo a esa institución del Estado, y como era para una cooperativa, le pareció bien…
Dicen que todos tenemos un día malo, pero el chivo tuvo un año malo, parecía el Danubio de Carrasco o el River del Pelado Almeida, no andaba ni para atrás ni para adelante. Las cabras en celos saltaban, corrían, se topaban y se subían a los árboles balando y clamando por un buen servicio. Los chanchos se encerraban en el chiquero, los carneros se iban campo afuera y los peones no se paseaban en paños menores, para no sufrir el acoso de tanta cabra necesitada de cariño. En tanto, Pavoni, el chivo, andaba ajeno a todo ello, libre de toda preocupación y ocupación.
El Presidente del Plan le dijo a Patricio, “la verdad es que estamos ante un fracaso, porque nuestras intenciones eran las de fortalecer el cooperativismo, incentivar la cría de cabra y lograr abundante leche para nuestros niños y para nuestros postres, porque Martín Fierro más rico que hecho con queso de cabra no tengo visto en mi vida…
- Y que quiere que haga, capaz se le dio ahora por lo del matrimonio igualitario al Pavoni, usted ve que lo que le pasa a los humanos se le repite a los animales, porque ellos piensan como nosotros o nosotros pensamos como ellos, muchas veces. Pero bueno, Dios da pan a quien no tiene dientes y cabra a quien no quiere servirlas…
- Mire don Patricio yo quiero que usted me explique en serio que le pasa a su famoso chivo, el mayor semental que pasó alguna vez por la región, según palabras suyas cuando firmamos el contrato. Porque no ha nacido ni un chivito, ni siquiera un chivito canadiense, nada, y cabra son las que sobran. ¿A qué atribuye el fracaso de Pavoni?
- Para mi ver es que no le gusta ser empleado público o de lo contrario, se tomó muy en serio de lo del empleo público, y no hace nada, como cualquiera de los que trabaja para el Estado….
- CAMACA
