Hay veces que no se necesita ser rimbombante, soltar palabras que pasan de la sonoridad al silencio, como en un cementerio de frases, de homenajes que empujan más al olvido que a los recuerdos. Hay veces que en pocas líneas se puede alcanzar la intensidad de la comunicación, el sentimiento, de poeta a poeta, como este aporte que hoy ponemos a consideración de los lectores.
Por estos días, la gran poetisa salteña Marosa Di Giorgio ha venido recibiendo el reconocimiento de su pueblo al cumplirse diez años de su fallecimiento.
La Prensa ha cubierto de información estos acontecimientos, y ha aportado a estas celebraciones de la gran dama de la poesía salteña, además, aportes exclusivos tan valiosos como el de Víctor Silveira, el poeta, actor y dramaturgo salteño, quien nos ilustró de forma magistral de una veta artística de la Gran Marosa, la de actriz de teatro, formando parte de un elenco dirigido por Nydia Arenas, nada menos.
Hoy es el turno de Fabio Guerra, quien nos aporta un breve e intenso poema dedicado a Marosa y en exclusivo para La Prensa.
Fabio Guerra es un periodista, escritor y actor de teatro, salteño, que ha obtenido varios premios literarios en certámenes de primerísimo nivel en Montevideo. “Nací en Salto el 12 de febrero de 1963. Publiqué dos poemarios: Soliloquio del escudero y Loco en su tinta. También escribí la biografía de un maestro del teatro uruguayo, titulada Atahualpa del Cioppo, un hombre para pensar, que publicó el Festival de Teatro de Cádiz, en 2004. Trabajo como periodista cultural (en Brecha). Estos poemas los hice el día que Malí, una amiga, me preguntó, por teléfono, por qué no escribía poesía para niños. Colgué con ella y los hice”, nos dice Fabio, y nosotros agregamos, se refiere a “Mirá Vos”, libro de literatura infantil ganador del Premio Nacional en 2013 y que fuera ilustrado por Alfredo Soderguit)..
SIETE LÍNEAS POR MAROSA
Vela por nosotros
Cuando abrió la huerta estábamos distraídos. Ocupados en la nimiedad de empujar, o resistir.
Niña de ojos exánimes, hizo el círculo de zapallos, mandarinas, calas y minotauro de maíz. Ella al centro. Y comenzó.
A cada uno papel, y escamas. Copulen, yo vigilo.
Luego, cola de novia punzó, entró a la madrugada de puntillas. No fuera a sobresaltarse el Salto que podría soñarla.
– Fabio Guerra –