


Está muy claro que hay una herencia bendita en la cultura de Salto, un faro de luz que nos alumbra gracia a tantos creadores que la hicieron realmente inmensa, y no se nevesita repasar sus nombres, todos los conocemos.
En muchas ocasiones, a veces en serio, a veces en broma, cuando leíamos o escuchábamos algo, o en conversaciones de esas, con un tono filosófico, o pretendido por lo menos, Juancho Martínez lo resolvía con la misma frase, «es el eco de los Maestros»
En un momento simplemente existes, y al siguiente, te percibes como un tapiz tejido con música, palabras y pinturas. Son las voces de artistas de tu propio pueblo, aquellos que has conocido o de los que simplemente has sentido nombrar, cuyas historias y vidas se han vuelto intrínsecamente parte de uno.
Y entonces, con una claridad profunda, reconoces que la esencia misma de los viejos maestros —su sabiduría, su espíritu, su legado perdurable— de alguna manera, inexplicablemente, corre por tus venas.
EL ARTE QUE BROTA DEL TERRUÑO
Hoy queremos mencionar a tres artistas nacidos en Salto que recordaron al mundo que el arte puede brotar desde un terruño con la misma fuerza con que se alza en cualquier gran ciudad, dejando un legado que ilumina generaciones y reafirma la identidad cultural de nuestra tierra.
En el pulso secreto de Salto, entre las orillas del Uruguay y las brumas matinales de la ciudad, entre los naranjales y el tannat, entre los arándanos y aguas termales,el arte se fue haciendo carne en hombres que entendieron que la verdadera riqueza se encuentra en la creación, en la docencia y en la belleza compartida con la comunidad. Entre ellos, Ramón Gómez Cruz, Luis Pasquet y Bolívar Gaudin, encarnaron con pasión y discreción la posibilidad de trascender, llevando la cultura salteña a escenarios lejanos y a los corazones cercanos.
DON RAMÓN GÓMEZ CRUZ
Ramón Gómez Cruz (1918-2013) supo habitar con humildad la guitarra, convirtiéndola en compañera de cada atardecer y cada barrio de Salto. Maestro de las seis cuerdas, fundador de la asociación literaria Perfiles de Salto junto a María Teresa Prinzo de Faviannes y un grupo grandes de poetas que querían tiempo y espacio para expresarse.
Don Ramón supo que el arte verdadero no busca el aplauso fácil sino la siembra silenciosa que florece en otros. Su austeridad fue elección, no carencia: priorizó la enseñanza, la escritura y la composición sobre cualquier brillo material, convencido de que la cultura se alimenta con dedicación diaria, formando discípulos que a su vez se transformaron en portadores de un estilo que supo a campo, río y nostalgia.
Cuando lo conocí en los años ochenta, ya era un hombre mayor y una figura consagrada en la cultura salteña, con canciones de su puño y letra, como la dedicada al Barrio Cien Manzanas, al Río Uruguay, y tantas más que los artistas locales, y de otras partes cantaban, Los Cantores de Viana, por decir simplemente un nombre de los que dieron vida a sus canciones.
En aquellos años mantuvimos muchas charlas, llegaba siempre con una sonrisa amplia, un hablar a media voz, nunca fuerte ni estridente, con ese hablar de los seguros y de los humildes. Fue él quien me hizo conocer la historia de su amigo Luis Pasquet, el pianista que vivía en Finlandia, compartía recortes, algunas cartas o folletines de sus actuaciones. Fue quien me habló de sus alumnos de guitarra, del gran concertista Pablo Iribarne, que por ese entonces dejaba de ser su alumno y cobraba vuelo propio. Me habló de Guggeri de Ivón Grilli y del propio Iribarne que daban concierto de guitarra, que tocaban algunas composiciones y él siempre estaba presente, «con la boca de oreja a oreja», de ver en escena y escuchar a sus alumnos.
Creo que pocas veces me habló de él,de su larga y exitosa carrera artística, de sus composiciones. Las notas que hicimos fueron para anunciar espectáculos o mencionar a otros artistas. Era asiduo concurrente al Fogón de Los de Viana, los domingo a la noche. Me hablaba de los maestros de la guitarra, de Segovia, de Falú, también de Ginastera, de Barrios, de Tarrega, del salteño Lamarque Pons y de tantos buenos músicos. Sus charlas eran muy fructiferas, y hoy me doy cuenta que muchas cosas me dijo las repito con seguridad porque sé que son de una fuente fidedigna.
LUIS PASQUET EL PIANISTA QUE VENCIÓ AL FRÍO
Luis Pasquet (1917-2013), pianista y compositor, aprendió a hacer de cada nota un puente entre la nostalgia y la esperanza. De Salto partió hacia Finlandia, donde fue maestro, compositor y músico de ballet y ópera, recordando siempre el pulso rioplatense en cada ejecución. Fue compañero de Gómez Cruz en sus primeros pasos, cerrando un círculo de amistad y admiración mutua que unió la guitarra y el piano en un mismo latido cultural. Su música, amplia y exigente, reflejó la elegancia de quien supo conjugar el rigor académico con la calidez de nuestras raíces, siendo un embajador cultural que demostró que las fronteras no limitan el arte ni el alma de quien crea.
Recuerdo que hace muchos años, en un programa de Decalegrón, en una «Velada Paqueta», Andrés Redondo y Eduardo D’Angelo lo entrevistaron a Pasquet, quien con mucho humor y disposición contó su historia, su vida en Finlandia. Y esas cosas que dijo en ese programa yo las conocía a través de Gómez Cruz. Lo que reafirmó la gran trayectoria de este pianista en tierras tan lejanas, y que al calor de su fuego creativo, venció al frío de aquellos lugares….
BOLIVAR GAUDIN, EL DE LAS CALLES DE SALTO, EL DE PARÍS….
Bolívar Gaudin (1932-2017), pintor salteño radicado en París, eligió la capital del arte para dar forma a sus visiones geométricas y abstractas, integrándose al Movimiento MADI y exponiendo en museos y galerías de Europa y América. Sus obras, atravesadas por la luz y el color, conquistan el espacio como pájaros de madera y pigmento que se despliegan en la pared con la naturalidad de un amanecer. Gaudin supo llevar consigo el aire de Salto y transformarlo en formas que dialogaron con las vanguardias sin perder la conexión con su tierra natal, dejando una impronta en el arte contemporáneo que aún vibra en cada cuadro-objeto que firmó con manos de artesano y ojos de visionario.
De las cosas un tanto extrañas que me han pasado en la vida, que a veces, como ahora, al recordarla me despiertan un sonrisa, y no sé porque asocio aquello de «el hombre más las circunstancias». Fue en el año 2013, en plena Bienal que entablé un diálogo con Bolivar. Yo ha había leído y había publicado cosas suyas, Había una nota hecha en España, para una radio de ese país en la que contaba su historia. Sus comienzos en Radio Cultural, su amor por los pinceles y la pintura, su ida a Buenos Aires que le cambió la vida y su viaje a Europa.
Américo (Gaudín), su hermano, me hablaba de Bolivar en algunas ocasiones en que hicimos nota, recuerdo una vez, que concluida la nota en salones del Hotel Concordia se quedó hablando de su hermano. Ramón Gómez Cruz también me habló mucho de Bolivar Gaudín y uno termina como conociéndolo y hasta con cierta cercanía. Pero la verdad, en aquella Bienal, yo estaba en el Mercado 18 de Julio porque tenía que acompañar el recorrido de escolares y liceales que visitaban La Muestra.
Fue cuando se acercó un hombre, entrado en años, pero con una lucidez muy grande. Entablamos un diálogo, no se presentó, pero fue hablando con tanta profundidad, claridad, sobre pinturas, las corrientes, las artes plásticas en general. me analizó cinco o seis obras que estaban allí en el Mercado, que eran parte de la Muestra y que habían sido distinguidas. Cuando se fue me dijo, que era un salteño viviendo en París, y allí me dijo su nombre «Bolivar Gaudín». Yo no andaba con el grabador, pero pactamos una entrevista. El dio una charla y se tuvo que ir antes del día pactado para hacer la nota, me quedé con las ganas. lo único que tengo guardado con su voz es la nota del periodista español.
LA DOCENCIA ES UN ARTE, Y LA DISTANCIA NO ES OLVIDO
En tiempos donde la inmediatez amenaza con devorar el recuerdo de estos tres artistas, nos enseña que el arte requiere paciencia, constancia y, sobre todo, una entrega total que no se mide en aplausos sino en la capacidad de transformar la sensibilidad de quienes los rodean. Gómez Cruz y Pasquet demostraron que la docencia es también un arte, capaz de multiplicarse en cada alumno que luego se convierte en músico o amante de la música. Gaudin, por su parte, nos recuerda que la distancia no es olvido, sino otra forma de hacer crecer las raíces que uno lleva consigo.
Sus vidas invitan a repensar el valor de lo local en un mundo globalizado: desde Salto se puede crear arte de calidad universal, se puede educar con pasión y se puede contribuir a que la belleza sea un derecho al alcance de todos. Ellos, con discreción y perseverancia, forjaron un patrimonio cultural que se mantiene vivo, esperando ser redescubierto por nuevas generaciones que puedan encontrar en sus historias inspiración para soñar en grande, sin olvidar jamás el lugar del que partieron.
Porque en cada cuerda de guitarra que vibra, en cada tecla de piano que resuena o en cada figura geométrica que se expande sobre un lienzo, late el mismo pulso que une a quienes creen que el arte es una forma de libertad, una resistencia silenciosa y una celebración de la vida.
Ramón Gómez Cruz, Luis Pasquet y Bolívar Gaudin: tres nombres, tres vidas, tres faros que siguen iluminando, recordándonos que en cada rincón de Salto puede nacer la belleza que transforma el mundo.
CAMACA
LA NOTA ORIGINAL FUE PUBLICADA EN DIARIO EL PUEBLO EN JUNIO 2025

