Hoy, viernes 6 de diciembre, se celebra las festividades de San Nicolás de Bari.
Como recuerda el Martirologio Romano sobre el santo del día: «San Nicolás, obispo de Mira, en Licia, actual Turquía, famoso por su santidad y por su intercesión ante el trono de la divina gracia (s. IV)»
San Nicolás de Bari es uno de los santos más populares, no en vano más de 2.000 iglesias en el mundo están dedicadas a él, debido a la tradición que lo considera el protector de niños y jóvenes.
Nicolás nació en Patara, ciudad de Asia Menor (hoy Turquía) en el siglo IV en el seno de una familia acomodada que lo educó en el cristianismo. Quedó huérfano cuando era joven y usó toda la fortuna familiar para atender a enfermos y pobres.
Fue elegido obispo de Mira y bajo el reinado del emperador Diocleciano fue exiliado y encarcelado. Después de ser liberado, en el 325, participó en el Concilio de Nicea y murió en Mira el 6 de diciembre del 343. Sus reliquias se llevaron a Bari (Italia) cuando los musulmanes conquistaron la ciudad.
EL SANTO QUE DIO FORMA A PAPA NOEL
La tradición de San Nicolás está repleta de leyendas y milagros. Como la que narra cómo el santo, al escuchar que un padre iba a prostituir a sus hijas ante la falta de dinero, lanzó una bolsa de monedas por la ventana de esa casa para hacer innecesario el plan del progenitor. No en vano, historias como ésa son las que crearon la tradición de que San Nicolás deje regalos a los niños poco antes de Navidad, folclore que más adelante dio forma al personaje de la cultura popular llamado Nicholas, Claus o Papá Noel.
Otra leyenda cuenta que Nicolás viajó hasta Tierra Santa en un barco que a punto estuvo de ser hundido por una tempestad, pero el santo se encargó de desviar las olas y de amainar la tormenta. También cuenta con múltiples milagros de resurrecciones, como cuando devolvió a la vida a tres adolescentes que habían sido asesinados para comérselos o cuando resucitó un bebé que había muerto quemado en un incendio.
Por estos relatos y otros muchos más San Nicolás se convirtió en el patrón de marineros, comerciantes, ladrones arrepentidos, niños, cerveceros, prestamistas, solteros y estudiantes en varios lugares de Europa.
Su madre fue la encargada de guiarle en este camino. De hecho, el tío de Nicolás era el obispo de Mira, ciudad de la península de Anatolia.
Después que los padres de San Nicolás fallecieran a causa de la peste, este heredó una gran fortuna que decidió poner al servicio de quienes más lo necesitaban. Un gesto que provocó que adquiriera una importante fama.
Son muchos los milagros que se le atribuyen. Como cuando en una ocasión supo de tres jovencitas que pretendían casarse, pero su padre no podía pagar la dote correspondiente.
Nicolás, al saberlo, quiso dar ejemplo de caridad sin ser visto. Dejó entonces caer por la chimenea unas monedas de oro que terminaron sobre unas medias de lana que las jóvenes habían dejado secando. De ahí viene la tradición de dejar zapatos en Navidad y el mito de que no puede ser visto por quienes reciben el regalo.