El santoral católico homenajea hoy, miércoles 6 de noviembre, a San Severo, también conocido como San Severo de Barcelona
Poco se sabe de San Severo, uno de los patronos de la diócesis de Barcelona. Se conocen las actas de su martirio redactadas en tiempo posterior, a mediados del siglo VI.
Cuenta la tradición que San Severo fue el obispo de la ciudad Condal durante la persecución de Diocleciano en el siglo IV (303/313), la persecución a cristianos más sangrienta de las que impulsó el Imperio romano.
San Severo huyó hacia Castrum Octavianum, lugar donde después se levantaría la ciudad de Sant Cugat del Vallès, señalan desde la Catedral de Barcelona. Allí fue hallado y detenido por un destacamento romano y, al no renunciar a su fe, sufrió el martirio, insertándole un clavo en la cabeza. Por su parte, los sacerdotes que acompañaron al obispo fueron decapitados.
En 1405, el rey Martín el Humano consiguió de los monjes de Sant Cugat el traslado de parte de las reliquias de San Severo a la Catedral de Barcelona.
Severo es un nombre masculino de origen latino que quiere decir ‘grave, serio’.
La festividad de San Severo fue fiesta de precepto en Cataluña durante siglos. El altar de la capilla de su nombre en la catedral contaba con un beneficio desde 1022. Entre 1412 y 1925 funcionó, en la calle de la Palla de Barcelona, el Hospital de San Severo, destinado a sacerdotes, donde había el retablo de Pere Nunyes, del siglo XVI, conservado actualmente en el Museo Diocesano de Barcelona. La iglesia de San Severo, en la calle del mismo nombre de Barcelona, cerca de la catedral, se construyó entre 1699 y 1705.