Hoy domingo, 29 de diciembre, el santoral es: símbolo de valentía y fidelidad a la fe. Se celebra a Santo Tomás Becket, arzobispo de Canterbury. Su resistencia a las presiones del rey y su martirio fueron rápidamente conocidos en toda Europa, y solo tres años después el Papa Alejandro III lo elevó a los altares.
Tomás Becket pasó de complacer al rey de Inglaterra a demostrar con su sangre su fidelidad al Rey de reyes. «No soy un traidor, sino un sacerdote», dijo antes de ser asesinado a espada ante el altar de Canterbury Home.
La historia de un mártir inmortal.
El 29 de diciembre de 1170 , el arzobispo de Canterbury , Tomás Becket , fue brutalmente asesinado en el altar de su propia catedral. Su muerte, ordenada por el rey Enrique II de Inglaterra , marcó un antes y un después en la relación entre la Iglesia y el Estado , convirtiéndolo en un símbolo de resistencia espiritual y defensa de los derechos eclesiásticos .
Dos años después, en 1173 , el Papa Alejandro III lo canonizó , elevándolo a los altares como mártir de la fe . Desde entonces, su figura ha sido venerada por generaciones y su tumba en Canterbury se transformó en un destino de peregrinación durante toda la Edad Media .
Orígenes humildes y ascenso al poder
Nacido en Londres en el año 1118 , de padres normandos de clase media, Tomás Becket recibió una formación académica destacada gracias a los canónigos regulares de Merton.
Su habilidad como negociador y su talento como diplomático lo llevaron a servir al arzobispo Teobaldo de Canterbury , quien lo introdujo en el mundo eclesiástico y político.
La confianza del rey Enrique II
En 1155 , Becket fue nombrado Canciller de Inglaterra , convirtiéndose en el hombre de confianza del rey Enrique II . Su lealtad y habilidades políticas lo convirtieron en un colaborador clave en las reformas del reino, pero su destino cambió cuando, en 1162 , la monarca decidió nombrarlo arzobispo de Canterbury .
Un defensor inflexible de la Iglesia
El nombramiento de Becket como arzobispo buscaba garantizar el control del rey sobre los asuntos eclesiásticos. Sin embargo, Becket se sorprendió a todos al convertirse en un defensor inquebrantable de los derechos de la Iglesia , rechazando cualquier intento de subordinación al poder real.
Adoptó un estilo de vida ascético , abandonó su cargo de canciller y comenzó a actuar como un verdadero pastor espiritual , priorizando las necesidades del pueblo y la justicia social .
El enfrentamiento con Enrique II
La relación entre Becket y Enrique II se deterioró rápidamente. En 1164 , el arzobispo fue obligado a exiliarse en Francia , donde pasó seis años en el monasterio cisterciense de Pontigny . Desde allí, continuó defendiendo los derechos de la Iglesia y mantuvo una intensa correspondencia con el Papa Alejandro III , denunciando los abusos del monarca inglés.
El regreso y el martirio
En 1170 , Becket regresó a Inglaterra tras llegar a un acuerdo aparente con Enrique II. Sin embargo, las tensiones resurgieron rápidamente. Su decisión de excomulgar a varios obispos alineados con el rey llevó a un nuevo enfrentamiento.
La ira del monarca quedó plasmada en una frase célebre:
«¿No habrá nadie que me libre de este sacerdote turbulento?»
Ese comentario fue interpretado como una orden implícita . El 29 de diciembre de 1170 , cuatro caballeros del rey entraron en la catedral de Canterbury y asesinaron brutalmente a Becket mientras rezaba ante el altar de la Virgen .
Un legado de fe y valentía
La muerte de Tomás Becket conmocionó a toda la cristiandad . Su tumba se convirtió en un lugar de peregrinación , y su martirio inspiró a creyentes de toda Europa a defensores de la libertad religiosa frente al poder político.
La figura de Becket ha sido comparada con la de Santo Tomás Moro , otro inglés que, siglos después, también prefirió morir antes de traicionar su conciencia y su fe .