



La escritora uruguaya Fernanda Trías, radicada en Bogotá, vuelve a conquistar el prestigioso Premio Sor Juana Inés de la Cruz —que ya había obtenido en 2021 por Mugre rosa— con su nueva novela El monte de las furias (Random House, 2024). Una obra simbólica y perturbadora que combina poesía, crítica social y una profunda reflexión sobre la soledad, la memoria y la violencia del presente.
La autora uruguaya Fernanda Trías (Montevideo, 1976) consolida su lugar entre las voces más potentes de la literatura latinoamericana contemporánea.
En El monte de las furias, Trías retoma los ecos de su escritura anterior —esa tensión entre lo íntimo y lo distópico, entre lo simbólico y lo concreto— para construir una historia donde la naturaleza, el aislamiento y la memoria se funden en una prosa cargada de lirismo. La novela sigue a una mujer sin nombre que vive en la ladera de una montaña, encargada de cuidar un territorio que parece tan vivo como ella misma. Su rutina solitaria, interrumpida por un celador distante y unas proselitistas religiosas, se quiebra con la aparición inexplicable de cadáveres que emergen de la nada.
A partir de ese misterio, Trías propone una alegoría sobre el mundo contemporáneo: un paisaje devastado por la industrialización, la violencia y la indiferencia humana. La montaña —que observa, siente y registra lo que sucede— se convierte en un personaje más, testigo milenario de la brutalidad moderna. En sus páginas resuena una crítica demoledora a un sistema que degrada tanto la naturaleza como la vida interior de los individuos.
El tono poético y la profundidad simbólica de la obra transforman cada escena en una exploración del trauma, el amor y la imposibilidad de redención. Como ya lo había hecho en Mugre rosa, donde anticipó la atmósfera opresiva de la pandemia, Trías vuelve a escribir desde un borde: el de una humanidad al filo de su propia destrucción.
El monte de las furias confirma a Fernanda Trías como una autora capaz de expandir los límites del lenguaje y de transformar la desolación en una experiencia estética. En su mirada, lo natural y lo humano comparten un mismo destino: el de la furia que late bajo la superficie de un mundo que, mientras se desmorona, todavía busca sentido.
– DALTON BENNET-

