



En todo el Uruguay crece una ola de protestas, ocupaciones y marchas de estudiantes y docentes que reclaman una educación real, con aulas vivas y profesores presentes. El interior dice basta a los recortes y al centralismo montevideano.
SE TRATA DE CAMINAR
Por primera vez en mucho tiempo, el interior del país se expresa con una voz firme y unida. Desde Salto hasta Rocha, desde Tacuarembó a Durazno, los centros de formación, liceos y magisterios se llenan de carteles, asambleas y proclamas. El mensaje es claro: no quieren una educación vaciada ni reemplazada por pantallas. Quieren docentes de carne y hueso, comunidades de aprendizaje, vínculos reales.
UNA DESIGUALDAD ENCUBIERTA
Los estudiantes del interior no hablan solo de clases, hablan de igualdad. Dicen que los sueños uruguayos de educación pública, gratuita y humanista no pueden reducirse a conexiones inestables ni a un clic. Denuncian que la “modernización” prometida encubre una desigualdad creciente: mientras en Montevideo hay opciones presenciales, en el interior se ofrece la virtualidad como única salida.
“Queremos aprender con los ojos, con el alma y con la palabra compartida —dice un estudiante en la puerta del CERP Litoral—. No somos números en una pantalla.”
NO A LOS RECORTES, EDUCACIÓN PLENA
En plazas, rutas y corredores universitarios se repiten las mismas consignas: “No a los recortes, no a la virtualización, sí a la educación de verdad.” Detrás de esas pancartas vibra algo más profundo: la sensación de que el país que alguna vez hizo de la educación su orgullo hoy se aleja de su propio legado.
QUÉ ESTÁ PASANDO EN EL URUGUAY 2025?
El interior responde con su presencia, con su voz, con su reclamo de justicia educativa. Tal vez esta nueva marea no solo defienda el derecho a estudiar, sino también la dignidad de aprender juntos.
ARÓN VIERA



