

Mientras el verano todavía afina su entrada, el norte del país ya vive temperaturas que perforan los 40 grados y reavivan una discusión tan vieja como las sequías: la necesidad de una tarifa eléctrica diferencial. El diputado de la Coalición Republicana, Horacio de Brum, volvió a poner el tema sobre la mesa, recordando que hace más de cuatro meses presentaron una exposición escrita y una minuta de comunicación ante el directorio de UTE y ante la ministra de Industria y Energía, Fernanda Cardona.
La propuesta es sencilla en su formulación pero políticamente compleja: una tarifa más baja para el norte en verano y una para el sur en invierno, replicando el criterio social que UTE aplicó recientemente a jubilados de bajos recursos y estudiantes becados. De Brum insiste en que no es un problema técnico sino una decisión política, más aún cuando el ente energético transfirió 300 millones de dólares a Rentas Generales, margen suficiente —según sostiene— para atender la “pobreza energética” que castiga a los hogares más vulnerables.
El diputado recuerda que miles de familias del norte dudan antes de encender un ventilador o un aire acondicionado porque saben que febrero y marzo llegarán con facturas impagables. Muchos incluso se endeudan para costearlas. Niños y adultos mayores, los más expuestos al calor extremo, quedan atrapados en ese dilema perverso entre la salud y la economía doméstica.
Aunque desde UTE aseguran que las conversaciones están avanzadas —según una charla informal que De Brum mantuvo hace un mes con la vicepresidencia del ente—, la resolución aún no llega

