InicioCamaca HeraldEl día que conocí al Grand Guignol y otras personalidades.

El día que conocí al Grand Guignol y otras personalidades.

Fue el 8 de febrero de 1964, un sábado en el arranque de la semana de
carnaval. Lo recuerdo bien porque en casa era todo de preparativos para irnos
al monte. Venían mis tíos, algunos primos grandes y amigos de mi padre.
Todos hablaban del campamento en Los Tubos del Daymán, de la arrocera, de
Forni, de Williams, y de la ruta para adentro, un kilómetro a campo traviesa o
entrar por el camino a la izquierda antes de llegar a las termas del Daymán. En
esa febril actividad, se aseguraba que nos íbamos el domingo 9 de febrero a
las 10 de la mañana…
Yo estaba sentado en las puertas del Club de la Zona Este (antes era Comisión
Fomento, ahora es el CRES) tomando una bidú, mi amigo, el sordo Joaquín,
15 años mayor que yo, saboreaba una cerveza Doble Uruguaya, y le daba a su
criollo. Estábamos haciendo tiempo porque íbamos a ir para el centro para ver
el desfile de carnaval.
En un rincón de la Plaza de Deportes había mucha gente rodeando a unos
artistas. Los mirábamos de lejos, pero, la curiosidad pudo más y cuando
Joaquín terminó la cerveza, pagó, fuimos a ver qué pasaba.

Fue de las primeras veces que escuché las palabras títeres y marionetas. Y fue
la primera vez, también, que supe que Juan Joya no era el único peruano que
andaba por Uruguay.
Los peruanos eran titiriteros, eran cuatro, dos varones, que estaban con los
títeres y dos mujeres que trabajaban a su manera. Una estaba detrás de una
mesita que tenía collares y cosas parecidas, que recuerdo bien que al regresar
a casa y contar sobre esto dije, una cantidad de cosas como los indios de las
películas. Fue la primera vez que escuché también la palabra quena, y quedé
maravillado como de aquella cañita, la mujer hacia salir sonidos tan lindos.
La otra mujer, con rostro de indio de película o de historietas argentinas,
pasaba entre la gente, sobre todos los mayores, extendiendo un sombrero para
que le pusieran unas monedas, un real, un vintén, no importaba…
Como ya estaba empezada la historia no me quedó mucho de la trama, si me
gustaron, fascinaron, los movimientos y hablar de voz ronca de Guignol, que
era gordito y bigotudo y las otras tres figuras, muy flacas que se movían como
hojas sopladas por el viento.
Lo que más recuerdo es que Guignol era un Don Juan que había venido como
Colón, a conquistar América, pero, solo conquistaba fracasos, él lo dice
llorando y los otros le dicen que nadie fracasa en carnaval y lo invitan a visitar a
Momo, para reír, bailar y gozar y que es el tiempo de las mujeres hermosas,
ahí hablan de Salto, del desfile de esa noche y que todos se iban juntos a
disfrutar del mismo, cae el telón y todos aplauden, y yo también.
Diez años después, un domingo a la mañana en el Parque Rivadavia, en
Caballitos, pleno corazón de Buenos Aires, me encuentro con otro grupo de
titiriteros, Pero estos eran chilenos.
Y ellos representan Don Cristobal de Federico García Lorca, y me entero que
existe un teatro de cachiporra, que en realidad es una vieja tradición. Y luego
hablando con los chilenos, y un argentino que estaba mirando, y que sabía
mucho, que el mundo de los títeres, marionetas y teatro de cachiporras, tienen
personajes muy parecidos en distintos lugares, el Guignol, que no era peruano,
como yo creía, sino francés, el Puch de Inglaterra y el Polichenela italiano, tal
vez todos parientes, no tan lejanos…
Ismael era el chileno dueño de los títeres y en la vuelta estaban sus tres hijos,
dos varones y una mujer, su esposa y el yerno. La circunstancia de la vida lo
habían llevado a la Argentina e iban de plaza en plaza de Buenos Aires,
“haciendo el mango” como decían los porteños, “con dos guitas o una gamba,
está bien”, decía el yerno mientras pasaba el sombrero aproximándose a un
acento porteño o al lenguaje porteño, más bien…

Por ellos me enteré que en general, son de tres tipos: de guantes o guiñoles,
de hilos o marionetas y de sombras (manos o siluetas recortadas manipuladas
con varillas).
El porteño sabihondo, comentó q ue, “ estaba muy bien lograda la obra, que a
pesar de tener un lenguaje más moderno que el original de Federico, respetaba
la historia..”.
Yo insistí que para mi, era un mundo nuevo, que en Salto, salvo una vez hacia
mucho tiempo en un carnaval, y una vez que se hizo en una kermés en la
Capilla de la Santa Cruz, no había visto títeres, y la verdad que atrapaba.
El porteño no tuvo concesiones conmigo y me dijo que el teatro de títeres era
muy antiguo, tanto, que un arqueólogo francés encontró en una tumba egipcia
una estatuilla articulada con hilos. Y cuando vio que lo quedé mirando, que le
prestaba atención, que tenía un público dispuesto a escuchar sus sabias
palabras, me dijo que los pueblos de la antigüedad, y más los orientales, como
China y Japón, usaban los títeres para sus representaciones. Me dijo que los
japoneses usaban un títere casi de la altura del hombre que lo manipulaba.

FRANCESES E ITALIANOS
Recuerdo que en el año 1985, en Salto, formamos la murga “Pescadores a la
caña”, la murga de más breve historia que haya existido jamás, tanto que
nunca actuó.
Un tema que andaba dando vueltas en mi cabeza era el del mundo de los
títeres. Busqué en la Biblioteca municipal libros que hablaran de títeres,
marionetas y otros temas parecidos. También mi hermano Enrique me brindó
su aporte con unos datos sobre el tema, y mi compadre Ramón, me dio unas
clases sobre el particular.
Mi idea era la de armar un repertorio, un cuplé de los títeres que quedaron
abandonados, es decir de aquello que se habían lucido en la dictadura, que
habían sido manejado, y la democracia naciente los había desplazado. Algo
pude armar, tenía dificultades con las melodías, algo que años después cuando
entré de lleno en el carnaval salteño no me pasó nunca más, porque, hubo un
tiempo que escribía una canción por día, con las melodías de moda, y hubo un
tiempo, años después, que es justo que lo diga que sufría horrores no poder
disfrutar de la música, porque escuchaba un tema y enseguida pensaba si
quedaba bien en un saludo, en un popurrit, en un cuplé o en una retirada….Es
más, vivía con el grabador pronto escuchaba un tema y lo grababa.
El cuplé quedó de lado, porque empezamos a ensayar de cara al 1° de mayo
de 1985. Con letras que yo había escrito y con letra que adaptó Villavicencio,
que eran de los Betunes, del Negro Fochi.

En realidad, la letra era la misma, pero en lugar de decir Los Betunes decía Los
Pescadores. Pensábamos armar todo el repertorio para después del 1° de
mayo, pero era el día donde íbamos a debutar, en el acto de los Trabajadores
en Plaza Artigas.
Ensayamos en Club Bancarios hasta la mañana misma del acto. Fue cuando
llegó Lamparita Machado dirigente del PIT-CNT que nos pidió que le diéramos
una mano con el escenario de la plaza que estaban medio atrasados. Se fue
casi toda la murga, el único que se quedó fue Villavicencio tomándose una en
la cantina. Cuando terminamos y volvimos a Bancarios para repasar algo y
luego venirnos a la Plaza, Villavicencio ya no estaba en la cantina, se había
enojado con el cantinero que no le había querido fiar y se fue.
El Villa era el dueño de bombo, platillos y redoblantes, se llevó todo, y nos
quedamos afeitados y sin visita, sin poder actuar. Ese fue el comienzo y el final
de una murga que nunca actúo, Pescadores a la Caña….

APUNTES DORMIDOS…
Volviendo al origen de las palabras “marioneta”, “títere” y “guiñol”, los datos que
extraje, los apuntes que quedaron dormidos, de libros prestados por la
Biblioteca, por mi hermano y el chamuyo de Ramón. Franceses e italianos se
pelearon siempre por el invento de hilo y madera, de los apuntes sacados
Marioneta sería de origen francés. “Provendría de la Virgen María, dado que en
la Edad Media se hacían representaciones con muñecos en que la Virgen era
la protagonista. Primero se llamaron “Petites Maries”, luego “Mariottes” y,
finalmente, “Marionnettes”.
Por su parte los italianos dicen que “el origen de la palabra “títere” se
encuentra en la antigua fiesta veneciana de las Marías. La fiesta de las Marías
conmemoraba la heroica liberación en el siglo X de doce muchachas que
habían sido raptadas por unos piratas. Para recordar este acto heroico se
celebraban todos los años unas fiestas financiadas por el Dogo, el soberano de
Venecia, que duraban ocho días y en los que se casaban doces jóvenes. Con
el tiempo, estas fiestas fueron cada vez más lujosas y los trajes de las
doncellas más caros, y fue también cada vez mayor la cantidad de dinero que
debía pagar el Dogo. Así que el Dogo un año decidió sustituir las muchachas
por unos grandes muñecos articulados. A partir de entonces, el Dogo ya no
pagaba ningún traje nuevo, sino que sólo tenía que sacar los muñecos de
donde los tenía guardados. Los franceses, conocedores de la tradición,
copiaron la palabra “María” para aplicarlo a los muñecos articulados y, por
último, la transformaron en el diminutivo “Marionnette”.
GUIGNOL, LA HISTORIA DEL DENTISTA
La palabra “guiñol”, también es motivo de disputa entre franceses e italianos.

Y dentro de lo que pude recoger, va esta historia que es muy significativa:
“ Se cuenta que a finales del siglo XVII un dentista llamado Laurent Mourguet,
para distraer a sus pacientes del tremendo dolor que les ocasionaba porque en
aquellos tiempos todavía no se había inventado la anestesia, representaba
pequeñas obras con títeres de guante. Tal fue su éxito que decidió montar un
teatro que obtuvo bastante éxito. A las representaciones siempre iba un
trabajador de una sedería cuyo personaje preferido era Polichinela, un
simpático personaje de la Comedia del Arte italiana. Cada vez que Polichinela
hacía algo gracioso, el trabajador no se podía contener y, aplaudiendo, gritaba,
“¡C’est guignolant!”. Y de ahí la palabra “guiñol”.
POR SI FUERA POCO, LOS GRIEGOS
“Por otra parte, la palabra “títere” se escapa a la polémica entre franceses e
italianos porque es griega. Parece ser que antiguamente los que manejaban los
títeres, para indicar sus movimientos, utilizaban un pito que sonaba ti-ti-ti, con
un sonido similar al gorjear de algunas aves. Del sonido del pito de los titiriteros
procede la palabra “títere””.

CARLOS MARÍA CATTANI
– CAMACA –

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