El 24 era más que un número, era un fenómeno. Sin dudas que era una persona distinta, con algo más que los demás.
No era el único, porque en una época talló el 21, pero se fue joven para Montevideo y nunca más supimos de él. Lo curioso del nombre del 21 es porque tenía seis dedos en un pie, de ahí el 21….
Y al 24 le decimos 24 porque tiene 24 dedos en sus extremidades, doce en las manos, y doce en los pies, seis a la izquierda, seis a la derecha, arriba y abajo, ¿se entiende?.
Era el único que en la escuela para decir 5 escondía el pulgar y para decir diez, los dos pulgares.
En el fútbol le costaba definir las jugadas con sus agregados, porque siempre intentaba pegarle con tres dedos, pero se le agregaba un cuarto, sin querer y la comba tenía un haz mayor.
Eso si, no se le complicaba cuando decía «me sobran los dedos de las manos para contar a mis amigos», y era verdad, porque tenía 10 amigos y 12 dedos.
El 24 era un brillante músico, era el único que tenía un dedo para las cuerdas de su guitarras con lo que los tonos le salían más fluidos, también le facilitaba cuando hacia cejillas porque el dedo demás le permitía armonizar mejor, darle un colorido distinto a sus arpegios. Con la acordeón de doble hilera le pasaba lo mismo, le daba más aire al fueye y le metia dos dedos más a la hora de apretar teclas y botones.
En el piano ni le digo, la patética de Beethoven, era realmente patética en sus manos, si el Beetho resucitara puedo afirmar que nunca se hubiera imaginado escuchar una patética, tan patética, pero tan patética que ni siquiera pateticamente musicólogo alguno tampoco hubiera soñado.
La profesión del 24 le trajo problemas al principio, pero después se corrió la voz en el pueblo y su clientela nunca decayó….dicen las malas lenguas, no sé si será cierto, porque no hay que creer todo lo que se dice por ahi.. Pero cuando todo el mundo en esa profesión hace el tacto con dos dedos, él con tres….
– ¿De qué se recibió el 24?
– Ginecólogo…
CAMACA.
