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Chito Galindo, el bolero errante: la voz uruguaya que abrazó América

 

 

Entre los pliegues dorados del tiempo, a veces asoma una voz que no pide permiso. Una voz que no grita, que no compite, pero se queda. Así fue la voz de Chito Galindo, nacido como Juan Carlos Speciali en Salto, Uruguay, el 17 de julio de 1924. Una voz con nombre prestado y destino propio. Un hombre que eligió el bolero como patria y al silencio como frontera.

Recuerdo en tiempo de mi niñez, en los años sesenta, en casa, en el barrio y entre los parientes se hablaba con mucho orgullo de Chito Galindo. Los escuchábamos en la radio, lo veíamos en el cine, cuando las madres de la calle 8 de octubre, por la cuadra del 1900 iban al cine, los famosos «Lunes de las damas», y como no tenían como dejarnos, o éramos muy pegote, vaya uno a saber, nos llevaban con ellas.. Y renganchábamos con ellas los miercoles de familia, uno era en el cine Salto, el otro en el cine Plaza. Lo cierto que peliculas mejicanas y argentina, veíamos a montones. Tiempo después, ya un poco más grande me hice habitué del microcine, que en distintos días,y a los más cercanos del barrio iba.Eran las mismas peliculas, las diferencia es que eran al aire libre y a veces se escuchaba un poco mal, pero era hermoso ver a las familias con sus sillas o sentados en el suelo disfrutar de esas películas.

Y en más de una ocasión se escuchaba cantar boleros, y en más de una ocasión sentí decir…»ese señor es de Salto».

Años después, cuando, Los Chalchaleros grabaron la zamba «Jamás», me enteré que Chito Galindo y Juan Carlos Speccialli eran la misma persona.

Para redondear, tantísimos años después, cuando iba a recabar información deportiva, con el Director Técnico y ya famoso cantor local, Antonio Viera (el de Los Mariachis), me contaba sobre Chito Galindo, muchas y lindas historias.

CHITO GALINDO, EL DE SALTO, EL TROTAMUNDO

Salto —esa ciudad de aguas termales y guitarras— vio nacer a este cantor melancólico que desde joven entendió que había músicas que no se estudian, se traen en la sangre. A los 23 cruzó el charco hasta Buenos Aires, donde los micrófonos y las penas abundaban. Allí, en los estudios de RCA Victor, su voz, empezó a grabarse como se graban los secretos: con cuidado, con sombra, con amor.

En los años 50, mientras el tango se debatía entre la bohemia y la modernidad, el bolero encontraba en Galindo un timbre de seda, una tristeza bien dicha. En su versión de “Madrecita querida”, canta:

“Hoy que lejos estoy de tu lado / solo me acompaña el recuerdo y el llanto.”

Y no se trata solo de nostalgia: es una plegaria, es un hijo que canta como si escribiera cartas desde un exilio íntimo.

Fue en 1957 cuando su destino alcanzó un cenit inesperado: la Sonora Matancera, esa catedral sonora de Cuba, lo incorporó a su liturgia. Con ellos grabó piezas inolvidables, entre ellas “Queridos Padres”, donde su voz se quiebra sin caer:

“Reciban mis padres queridos / el cariño del hijo que nunca los olvida.”

No es un bolero cualquiera, es casi un rezo, un puente entre la ternura y la distancia.

Aquel mismo año, Chito cruzó otra frontera: la del cine. Participó en la película Dos ángeles y medio, dirigida por Demetrio Aguilera Malta, donde volvió a cantar su “Madrecita querida”. Su rostro, ya habituado a los micrófonos, supo habitar la pantalla con esa discreción que lo caracterizaba.

No fue un compositor prolífico, es cierto. Pero sí un intérprete del alma, de esos que no necesitan escribir para dejar una marca. Su bolero “Estoy contando los días”, de los pocos temas que se le atribuyen como autor, resume una poética sencilla y desgarrada:

“Cada día que pasa sin ti / es un golpe que el alma no olvida.”

EL ANDAPAGOS

Recorrió Chile, Perú, Brasil, cantó con otras orquestas, supo lo que era el aplauso y también el olvido. Murió en Buenos Aires en 1984, sin homenajes rimbombantes ni placas doradas. Pero con algo mucho más difícil de lograr: una memoria tibia en el corazón de quienes todavía saben llorar al compás de un bolero.

NOSTALGIA Y DEVOCIÓN EN «QUERIDOS PADRES»

La canción ‘Queridos Padres’ de Chito Galindo, en colaboración con Sonora Matancera, es una emotiva oda a la familia y a los valores inculcados por los padres. Desde el primer verso, el cantante expresa la angustia que sintió al dejar su hogar, un sentimiento que muchos pueden identificar al tener que separarse de sus seres queridos. La letra refleja una profunda nostalgia y un deseo constante de volver a ese lugar seguro y lleno de amor que representa su hogar.

A lo largo de la canción, Galindo menciona repetidamente a su padre, su madre y sus hermanos, destacando la importancia de cada uno en su vida. La figura de la madre es especialmente venerada, describiéndola como una santa que llora su partida. Esta imagen resalta la devoción y el respeto que el cantante siente hacia su madre, un sentimiento que se refuerza con la súplica de no olvidar nunca a los que ha querido, especialmente a su madre, ya que considera imperdonable olvidar a una madre.

La canción también incluye una invocación a la ‘Señora de los caminos’, una figura que puede interpretarse como una guía espiritual o una representación de la Virgen María, pidiendo su protección y guía para mantenerse en el buen camino. Este elemento añade una capa de espiritualidad y fe a la canción, subrayando la importancia de la moral y los valores familiares que el cantante ha aprendido de sus padres. En resumen, ‘Queridos Padres’ es una conmovedora reflexión sobre la familia, la nostalgia y la devoción, envuelta en una melodía que resuena con el corazón de quienes valoran profundamente sus raíces familiares.

LA HISTORIA DETRÁS DE LA CANCIÓN «JAMÁS»

La canción «Jamás», interpretada por Los Chalchaleros, fue compuesta por Chito Galindo (Juan Carlos Speciali) y es una pieza emblemática del folclore argentino. Su letra es una oda a la perpetuidad del amor frente a la transitoriedad de la existencia.

La canción utiliza contrastes entre elementos efímeros de la naturaleza y la vida, como el día y la noche, el fuego y el agua, y las estaciones del año, para resaltar la inmortalidad del amor del narrador hacia su ser amado. El estribillo es un compromiso de amor eterno, una promesa de que, a pesar de los cambios inevitables y las vicisitudes de la vida, su amor permanecerá inalterable.

Los Chalchaleros, conocidos por su armonía vocal y su habilidad para capturar la esencia del folclore, entregan «Jamás» como un testimonio de amor inquebrantable que resuena con la universalidad del sentimiento amoroso.

UN LEGADO QUE NO SE OLVIDA, AUNQUE SE CALLE

Escuchar a Chito Galindo hoy es abrir una ventana al tiempo en que la música sabía demorar. En que un hombre, solo con su voz y una orquesta detrás, podía contar todo el mapa emocional del amor, la culpa, la lejanía, el perdón.

En esta época de velocidad y ruido, su canto lento es un acto de resistencia. Un arte que no pretende gritar para ser oído, sino susurrar para ser sentido. Como los buenos poemas. Como las cartas que se guardan sin abrir.

¿Quién recuerda a Chito Galindo hoy? Tal vez pocos. Pero los que lo hacen, saben que hay voces que no se miden por fama sino por fidelidad. Por eso, cada vez que en una radio antigua suena un verso como

“Reciban mis padres queridos…”

“Hoy que lejos estoy de tu lado…”,

algún alma se detiene, escucha, y comprende que el bolero no ha muerto. Sólo espera, como Galindo, su momento de volver.

CAMACA

 

NOTA ORIGINAL FUE PUBLICADA EN DIARIO EL PUEBLO EN JUNIO 2025

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