Beber dos litros de agua al día no es un mito de revistas de salud: es una recomendación que tiene un impacto profundo en el buen funcionamiento de los riñones, órganos esenciales en el delicado equilibrio interno de nuestro organismo. Mantenerse bien hidratado facilita la filtración de toxinas, reduce el riesgo de infecciones urinarias y permite a los riñones operar de forma eficiente, sin sobrecargas que puedan derivar en complicaciones renales.
Sin embargo, el exceso de agua también puede ser contraproducente, especialmente en personas con enfermedades cardíacas o renales, pudiendo generar retención de líquidos o hiponatremia, una condición en la que los niveles de sodio en sangre bajan peligrosamente.
La clave está en mantener una hidratación adecuada a lo largo del día, incluso sin sed, y en prestar atención a señales como cambios en el color y frecuencia de la orina, indicadores tempranos de nuestra salud renal.
En tiempos de calor y actividad intensa, beber agua no solo es un acto de cuidado personal: es un compromiso cotidiano con la salud de nuestros riñones y con la armonía de nuestro cuerpo.
