


El Frente Amplio en Salto atraviesa horas de dudas internas que exceden largamente la discusión puntual sobre un fideicomiso. Lo que está en juego no es solo una herramienta financiera de hasta 60 millones de dólares solicitada por el gobierno departamental de la CORE, encabezado por el intendente Carlos Albisu, sino una pregunta más profunda: ¿quién conduce, quién decide y qué significa hoy la lealtad política dentro de la principal fuerza opositora del departamento?
EL PLENARIO SIEMPRE FUE DE TODOS
El Plenario Departamental del Frente Amplio resolvió no acompañar el fideicomiso. En la tradición frenteamplista, ese mandato solía ser palabra firme, síntesis colectiva, cierre de debate. Así lo entienden los sectores históricos, los comités de base y buena parte de la militancia que se reconoce en una lógica orgánica, donde la política es —antes que nada— una construcción colectiva. y mantiene con firmeza lo decidido.
PERO ALGUNOS YA NO CREEN
Sin embargo, en estas horas emergieron términos poco habituales en el léxico clásico del Frente Amplio: indisciplina, desobediencia, decisión personal. Palabras que marcan un quiebre cultural y político. El debate ya no se limita a la conveniencia o no del endeudamiento, sino que se desplaza hacia el terreno de la autoridad política y la legitimidad de las decisiones.
Las redes sociales operaron como caja de resonancia y, a la vez, como escenario de un conflicto que recuerda —por momentos— a un relato bíblico: las aguas se abren, los bandos se separan y un puñado de ediles parece dispuesto a cruzar, aun sabiendo que del otro lado no hay unanimidad ni perdón asegurado.
VOCES DESDE UNA ORILLA: EL MANDATO DE LAS BASES
Rafael Di Donato (Edil y viejo militante) fue contundente al advertir que, si los ediles desconocen el mandato del Plenario, “los de a pie nos quedamos sin Frente Amplio en Salto”. Su planteo no apela a la pureza ideológica, categoría que él mismo rechaza, sino a una noción elemental de la política como acción colectiva. Cuando las decisiones no se respetan —afirma— se expulsa simbólicamente a quienes sostienen la estructura militante.
La pregunta que sobrevuela su intervención es incómoda y directa: ¿qué cambió en tan pocos días para que una posición se modifique cuando antes no estaban los votos y ahora sí parecen estarlo?
SERIA POR PLATA
Más duro aún fue Omar Jesús Pierlet (Edil), quien denunció en facebook negociaciones individuales y acusó a algunos dirigentes de “vender a sus compañeros”. Su mensaje, cargado de dramatismo y citas históricas, refleja el clima de ruptura emocional que se vive en un sector del Frente Amplio local, donde la sospecha de transacciones políticas erosiona cualquier intento de síntesis.
DEL OTRO LADO DEL MAR: PRAGMATISMO, GESTIÓN, Y MODERACIÓN
En la otra orilla del debate aparecen voces que cuestionan el tono, el enfoque y el impacto que esta discusión tiene hacia afuera. Patricia Spinelli comentó en facebook y puso el acento en el ciudadano común, ese votante que no sigue las internas, que no milita en redes y que solo percibe una fuerza política enfrascada en disputas públicas que poco dialogan con sus preocupaciones cotidianas.
Desde esa mirada, el fideicomiso no se presenta como una traición ideológica, sino como una herramienta habitual de gestión: endeudarse para hacer obras, algo que —sostiene— hacen tanto gobiernos departamentales como nacionales cuando heredan arcas vacías. Spinelli reivindica el derecho de los ediles a decidir, incluso a equivocarse, y traza una distinción clave: torcer no es incidir; presionar no es dirigir; mandar no es liderar.
En una línea similar, el edil Eduardo Varela Minutti (edil) alertó sobre los riesgos de la polarización extrema. Para él, el verdadero peligro no está en la izquierda ni en la derecha, sino en una lógica binaria que anula el pensamiento crítico y convierte cualquier matiz en sospecha. La moderación —afirma— no es cobardía ni falta de convicciones, sino priorizar soluciones concretas para la gente por encima de las consignas.
Por su parte, la edil Paulina Yaque (edil) cuestionó en facebook lo que definió como “moralina selectiva” dentro del propio Frente Amplio. Señaló el doble discurso de quienes hoy invocan ética y coherencia, pero ayer guardaron silencio ante decisiones contrarias a los principios históricos de la fuerza. Para Yaque, ser frenteamplista no se demuestra en Facebook, sino en la práctica cotidiana, en el debate honesto y en la memoria política.
UN FINAL ABIERTO
¿Qué puede pasar hoy? Nadie lo sabe con certeza. Si el fideicomiso se aprueba con votos frenteamplistas, el Frente Amplio en Salto cerrará el año con una herida interna profunda, de esas que no cicatrizan rápido. Algunos dirán que la historia no vuelve; otros, que juzgará. Lo único seguro es que su veredicto —como suele ocurrir— será inapelable.
Si no se aprueba, habrá paz interior en el FA…
Mientras tanto, las aguas siguen abiertas. Y del otro lado, nadie garantiza que la travesía termine en tierra prometida.
CAMACA

