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 Juan Carlos Palacios, los indios en nuestro origen: La contribución de los guaraníes en la formación de la nación uruguaya.

 

 

 

 

Los guaraníes, desde sus tiempos ancestrales siempre se consideraron una gran familia, la familia avá, que puede traducirse como persona. Sólo ellos son avá. Y se puede entender como que quienes no son avá, no son personas. Y la unidad y totalidad de la comunidad está centrada en las celebraciones, en las fiestas, que no son sólo fiestas de consumo, sino como un “movimiento centrífugo de dones”. Las fiestas se constituyen como reparto de dones.( Alfredo Poenitz).

También asegura que en tiempos pre hispánicos: «La comunicación de los pueblos entre sí quedaba establecida por los caminos reales y en algunos casos por la vía fluvial de los ríos Paraná y Uruguay. Todos los pueblos se hallaban intercomunicados por caminos adecuadamente acondicionados para el tránsito.

Entre algunos pueblos, como los ribereños del Paraná, prevalecía la comunicación fluvial. Lo accidentado del terreno hacía, por ejemplo, que los viajeros que iban de San Ignacio Miní a Santa Ana o a Candelaria prefirieran hacerlo navegando por el río Paraná antes que utilizar la vía terrestre. Por este motivo, los pueblos de Candelaria, Santa Ana, Loreto, San Ignacio, Corpus, Itapúa, Trinidad y Jesús tuvieron cada uno de ellos sus respectivos puertos y el camino que llevaba a éste desde la reducción adquiría una singular importancia, al punto de convertirse en un eje ordenador de la trama urbana. Esto explica el hecho de que los pueblos paranaenses no hayan desarrollado un sistema vial con el nivel de complejidad con que sí lo hicieron los pueblos uruguayenses”.

JUAN CARLOS PALACIOS “VENIMOS DE PUEBLOS INCENDIADOS”

Juan C. Palacios es autor de “Venimos de pueblos incendiados”. Donde narra el esplendor y ocaso de las Misiones Jesuíticas y da cuenta por primera vez de la contribución de los guaraníes en la formación de la nación uruguaya.

“Gran parte de la población uruguaya, asegura Palacios, desciende de los guaraníes misioneros. Eso ya está estudiado por antropólogos: fue tan grande la avalancha de guaraníes que venían a apoyar a Artigas al Uruguay que sobrepasaron en número a los habitantes naturales. En 1829 Rivera se vino con 9000 indios y fundaron Bella Unión. En gran medida, los uruguayos somos guaraníes. Y venimos de pueblos incendiados, porque lo fueron por los ejércitos portugueses.

En el libro se transcriben los Partes del mariscal Chagas que tuvo a su cargo dejarlos hechos cenizas. Lamentablemente, se perdió la documentación de bautismos y casamientos. En los antiguos registros consta que en el surgimiento de Salto, por ejemplo, la población provenía de Yapeyú, La Cruz, Santo Tomé y Apóstoles. Augusto de Saint Hilaire -naturalista francés- llegó al campamento portugués de Salto (1821); en ese tiempo comienzan los bautismos (por el Capellán portugués) cuyas copias están en la Parroquia del Carmen y en ellos se aprecia la cantidad de niños guaraníes que provenían de aquellos pueblos.

A mi juicio, el charruísmo ha sido una construcción para desviar la atención; en la destrucción de las Misiones se ocultaban fuerzas europeas antagónicas con la Iglesia (¿masonería?).

Heredamos de los guaraníes la costumbre de bañarnos todos los días: cuando los jesuitas levantaban las reducciones (1609) las instrucciones eran: buscar un lugar con leña y con agua, porque esa gente tenía la costumbre de bañarse todos los días. En los pueblos del interior todavía es común ver que a las cinco de la tarde los paisanos salen a la vereda a matear, bañados, limpios; el aseo personal es, entonces, otro legado guaraní, aparte del mate”.

UN ESCRITOR SALTEÑO POR ADOPCION

Juan Carlos Palacios es un escritor uruguayo que, aunque no nació en Salto (nació en Montevideo en 1947), tiene una fuerte conexión con la ciudad y su historia, especialmente a través de sus investigaciones sobre las Misiones Jesuíticas Guaraníes.

Es conocido por su profundo estudio de este período histórico y la influencia del pueblo guaraní en los inicios de Salto y en la identidad uruguaya.

Palacios ha realizado extensas investigaciones y ha visitado numerosos sitios arqueológicos de las Misiones Jesuíticas en la región. También ha brindado conferencias en Uruguay y a nivel internacional sobre estos temas.

En resumen, aunque su lugar de nacimiento no es Salto, Juan Carlos Palacios es una figura relevante en la literatura y la investigación histórica uruguaya, con un enfoque particular en la herencia guaraní misionera y su impacto en la zona de Salto.

Su trabajo abarca una región que trasciende las fronteras actuales de Uruguay, Argentina y Paraguay, ya que los 30 pueblos misioneros se extendían por estos territorios. Para sus investigaciones, Palacios lleva visitado «26 de esos 30 pueblos», lo que le ha implicado viajes extensos por los tres países.

Además, al ser un referente en el estudio de la herencia guaraní misionera, es lógico que sea invitado a eventos, charlas o congresos relacionados con la historia y cultura regional en estos países. Su libro «Venimos de pueblos incendiados» también aborda temas de gran interés para Argentina y Paraguay, lo que facilita su participación en encuentros allí.

EL LIBRO DE PALACIOS

El libro «Venimos de pueblos incendiados» de Juan Carlos Palacios es una obra fundamental para comprender la influencia guaraní misionera en la conformación de la identidad uruguaya, con un énfasis particular en la región de Salto.

Este libro se destaca por varios aspectos clave:

Palacios pone de manifiesto cómo gran parte de la población uruguaya tiene raíces en los pueblos guaraníes misioneros. Rompe con la idea de un Uruguay «sin indios» y resalta la vitalidad y permanencia de esta herencia cultural en el país.

La obra es el resultado de décadas de investigación por parte del autor, quien ha recorrido y estudiado 26 de los 30 pueblos jesuíticos guaraníes. Esto le permite ofrecer una visión detallada y fundamentada de los principales acontecimientos del período misional.

Un punto central es la narración del «nuevo éxodo guaraní misionero» que siguió al fin del sistema jesuítico y la guerra guaranítica. Palacios explica cómo estos grupos llegaron a lo que hoy es Uruguay, asentándose y contribuyendo a la población y cultura local.

El libro explora específicamente la población guaraní en los orígenes del Salto oriental, estableciendo un vínculo directo entre la historia de las misiones y el desarrollo de la ciudad.

El autor no solo narra los hechos, sino que también invita a una reflexión crítica sobre cómo se ha contado (o no se ha contado) la historia de los guaraníes en Uruguay, cuestionando ciertas omisiones y narrativas dominantes. Resalta la participación de los guaraníes en el ejército de Artigas, por ejemplo, y su aporte a la consolidación de la nación.

CLARO Y DIDÁCTICO

A pesar de la complejidad del tema histórico, Palacios logra presentar la información de manera accesible, lo que lo hace valioso tanto para académicos como para el público general interesado en la historia.

Su estilo es el de un investigador meticuloso. El libro se apoya en una sólida base de datos históricos, mapas y registros, lo que le confiere una gran autoridad y credibilidad. Aunque es un ensayo histórico, consigue tejer una narrativa que captura el interés del lector. No se limita a enumerar hechos, sino que los contextualiza y les da vida, a menudo mostrando imágenes de ruinas y vestigios arqueológicos en sus conferencias, lo que sugiere un enfoque visual en su presentación.

Su prosa es directa, buscando la precisión histórica sin caer en un lenguaje excesivamente académico o árido. Busca que la información llegue al lector de forma efectiva.

En síntesis, Juan Carlos Palacios utiliza un estilo que fusiona el rigor de la investigación histórica con una narrativa clara y comprometida, buscando no solo informar, sino también despertar la conciencia sobre un capítulo fundamental y a menudo olvidado de la historia y la identidad uruguaya.

LA OTRA FACETA DEL ESCRITOR, EL AMBIENTALISTA

Juan Carlos Palacios se ha destacado también como ambientalista, con un fuerte vínculo con Salto. Es una faceta muy reconocida de su trayectoria, a menudo mencionada junto a su labor como investigador de las Misiones Jesuíticas.

Ha sido descrito como un «ecologista salteño por adopción que ha sido pionero en importantes campañas de preservación del medio ambiente» en la región.

Ha sido, y es, un activo defensor del Monte Indígena de la costa del río Uruguay, una zona de gran valor ecológico que a menudo se ve amenazada por distintas administraciones o intereses. Palacios ha criticado la falta de conciencia sobre la función de este monte. Ha brindado declaraciones y análisis sobre la bajante del río Uruguay y del Paraná, atribuyendo la situación a la incidencia del cambio climático. Ha integrado diversas organizaciones no gubernamentales relacionadas con la protección del medio ambiente.

Su formación como Técnico Rural (obtenida en la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República) le ha brindado una base sólida para comprender y abordar los temas ambientales.

Ha expresado su preocupación por la falta de compromiso de los gobiernos con la protección del medio ambiente y la implementación de políticas efectivas, señalando que Uruguay ha «acompañado desde la divulgación de los resultados pero poco se ha hecho en la ejecución de sugerencias que Naciones Unidas ha impartido».

Finalmente decimos que Juan Carlos Palacios es una figura multifacética que combina su pasión por la historia y la herencia guaraní con un compromiso activo y una voz crítica en la defensa del medio ambiente, especialmente en su «Salto por adopción».

CAMACA

 

 

LA NOTA ORIGINAL FUE PUBLICADA EN EL MES DE JUNIO 2025 EN DIARIO EL PUEBLO

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