En las calles de Mallorca, donde la brisa marina trae ecos de Mediterráneo, suena un murmullo distinto: voces que llegan desde el otro lado del Atlántico, desde aquel paisito que nunca se deja atrás del todo. Un grupo de uruguayos —jóvenes que cruzaron el océano en busca de futuro, algún veterano con memorias de tablados montevideanos y del interior del país, y dos o tres mujeres que ponen timbre y fuerza a la cuerda— decidió darle forma a la nostalgia. Así nació la murga De Dos Orillas.
“CONTAME UNA HISTORIA VOS QUE SOS MI HERMANO”
Y de pronto aparece su voz en el whatsApp,el saludo habitual, la voz de quien hace muchos años está lejos, con su familia, pero que siempre está cerca comunicándose. Se trata de José Luis Medina, el popular Gato Medina que desde España, y con su tino periodístico que no ha perdido, me dice: “Te cuento, el 24 de agosto celebramos aquí en Mallorca el aniversario patrio que fue el 25 ahí, pero aquí laborable. Lo cierto es que formaron una murga para la ocasión y están muy entusiasmados que pretenden seguir ensayando y dándole buena forma.
Hay tres salteños, Leo mi hijo platillero, Pancho Altamirano y Gustavo Latorre, hermano del Machi ex compañero de equipo en Arsenal.
Los dos de la percusión son de Soriano, de Montevideo Noe Teperino el director Álvaro Gallo y su hija Paola.
Muchos compatriotas disfrutaron bailando y cantando con la murga que sirvió de cierre de la velada que tuvo candombe, folklore y baile tradicional”.
Me mandó un video de la murga, un trabajo documental hecho por un español (“Cosas del Rafa”). En el mismo se menciona que este proyecto surgió a partir de un taller de murgas. Este tipo de actividades suelen tener una rotación de participantes, lo que explica por qué no hay una lista de miembros fija como en una murga profesional que compite en el carnaval.
PARTICIPANTES DEL TALLER DE MURGAS
Rastreando el origen de lo que hoy es la Murga de Dos Orillas”
Beto Yoco: Se le describe como una figura central, un director de murga en Mallorca que falleció y cuyo legado fue la inspiración para el proyecto. Su muerte parece haber sido el catalizador para que otros continuaran con la iniciativa.
Álvaro Gallo: Se menciona como la persona que toma la dirección del proyecto después de la muerte de Beto.
Pancho y Francisco Altamirano, y Gustavo Latorre: Estos nombres se mencionan como participantes de un taller de murga, lo que sugiere que son parte de los integrantes que dieron forma al proyecto.
El concepto de «dos orillas» es muy popular en la cultura rioplatense y se utiliza para hablar de la hermandad cultural, especialmente en la música y el teatro. El proyecto de esta murga parece estar enfocado en ese sentido de comunidad y en la difusión de la murga en un contexto nuevo, como el de España, sin perder el concepto que la murga es de origen español.
«La murga de Mallorca, La murga de dos orillas» es una iniciativa que involucra a una comunidad de personas, en su mayoría uruguayos que viven en España y buscan mantener viva la tradición murguera.
No se trata de una murga profesional que compite en el carnaval, sino de un proyecto cultural que nació para unir a la comunidad uruguaya en la isla y mantener viva la tradición.
Este tipo de iniciativas demuestran que, para los amantes del canto murguero, el carnaval no se limita a un mes en su país, sino que es una parte fundamental de su identidad que llevan a donde sea que estén.
Es bueno señalar que en el video se escucha cantar a la murga, en ensayos, en escenarios y tiene un muy buen trabajo coral, buenos arreglos, buenas voces, una bateria que suena muy bien y recorren canciones conocidas del carnaval uruguayo. Seguramente ya vendrán tiempos de las canciones propias.
LA MURGA DE DOS ORILLAS, LA MURGA DE MALLORCA, COMO LA VEO YO
El nombre no es casual. Es declaración de pertenencia doble: a la España que los acoge y al Uruguay que los sigue habitando. En su canto resuena la paradoja de estar lejos y cerca al mismo tiempo, con un pie en la arena mallorquina y otro en la vereda de un barrio montevideano, de Salto, de Mercedes, de cualquier parte del Uruguay. La murga, con sus compases de bombo, platillo y redoblante, se vuelve puente, ritual y memoria viva.
Son artistas callejeros, cantores de plaza y de bares, capaces de armar escenario en cualquier rincón. Allí, el coro se vuelve fogón colectivo, se canta para mantener encendida la llama de lo que se ama, pero también para compartir con quienes nunca pisaron la rambla ni olieron el jazmín en un patio del Cerro, a orillas del Hum, en la costanera de Salto. La murga es excusa y ofrenda, es modo de estar juntos en la lejanía.
Lo que suena en De Dos Orillas no es simple entretenimiento. Es una poética de la identidad. Cada cuplé, cada retirada, es un recordatorio de que la cultura es resistencia ante el olvido, y que cantar en murga es también un modo de decir: aquí estamos, seguimos siendo.
Y en ese gesto hay algo más profundo que la música: está la afirmación de que ningún exilio —voluntario o impuesto— puede cortar del todo los lazos con la tierra natal. Como si en cada bombo golpeara no solo el ritmo, sino el corazón de un Uruguay que late, obstinadamente, en las islas del mundo.
CAMACA
Nota original fue publicada en Diario El Pueblo