Las redes sociales tienen sus bemoles y sino que le pregunten a Umberto Eco. Por estos días conocidas figuras de la izquierda lugareña está haciendo catarsis a diestra y siniestra, más a siniestra, para ser más precisos y están enseñando cuantos pares son tres botas.
Uno entiende y respeta cuando en un partido político o en una coalición de los mismos, en este caso de izquierda, realiza autocríticas en sus lugares convencionales o propios de los reglamentos de su conformación política. de allí uno piensa que se revisa lo actuado, se corrige y se proyectan futuras acciones de acuerdo a lo resuelto.
Cuando esa presunta autocritica se traslada a redes sociales y los dirigentes agitan las sabanas al estilo Gasparín, y surgen otros fantasmas tipo películas de terror, comienza a asombrarse como hay quienes creen que un partido político es una religión y que sus fieles y puros se ganan el cielo de San José obrero y que aquellos impíos, que han osado pensar distintos, ver la realidad de otro modo, entender que a veces se cometen errores que perjudican a la fuerza política, son infieles que merecen el infierno, herejes seducidos por los dioses del dinero o de las viejas camisetas devenida ahora en una «nueva» de muchos colores.
Alguien que saca 200 votos estrila contra con los que ayer marcharon codo a codos y eran muchos más que dos, y entonces, ante el fracaso salen como inquisidores, en un cóctel de Torquemada, Roberto Belarmino, Pedro de Arbués, con Catón y todos los gatos encerrados del purismo.
Apuntan a 40.000 que no supieron mantener a 15.000 compañeros y se dejaron llevar a la deriva, como el personaje de Quiroga, con la mordedura de una vibora que los hizo agonizar lentamente a la orilla de las urnas.
Es como aquel personaje que despotricaba contra las 4×4 símbolo agro burgués si los hay, según su visión de las cosas, y en la puerta de su casa tenía, además de su auto, dos 4×4, una de su mujer y otra de su hijo, pero como no tenía campos, no se sentía agroburgués o terrateniente, y era un obrero, sin nunca haber trabajado….
EL INFATILISMO DE LA IZQUIERDA ANDA EN LA VUELTA
Lenin abordó el concepto de «infantilismo de izquierda» en su obra La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo.
. En este texto, critica a ciertos sectores de la izquierda que, por su rigidez ideológica y rechazo a compromisos tácticos, terminan debilitando el movimiento revolucionario. Lenin argumenta que el éxito del bolchevismo se debió, en parte, a su capacidad de adaptación y a su disposición para participar en instituciones burguesas cuando era estratégicamente necesario.
.También en Acerca del infantilismo izquierdista y del espíritu pequeñoburgués (1918), Lenin señala que algunos comunistas de izquierda caían en una postura dogmática y desconectada de la realidad, lo que los llevaba a rechazar tácticas esenciales para la consolidación del poder soviético.
.El «infantilismo de izquierda» sigue teniendo implicaciones en la política contemporánea, especialmente en movimientos que rechazan compromisos estratégicos y tácticos necesarios para avanzar en sus objetivos. Este fenómeno puede manifestarse en la negativa a participar en instituciones políticas existentes, la desconfianza hacia alianzas pragmáticas y la adopción de posturas radicales sin considerar las consecuencias a largo plazo.
.En algunos casos, este enfoque ha llevado a la fragmentación de movimientos progresistas, dificultando la consolidación de cambios estructurales. También puede generar una percepción pública de intransigencia, lo que reduce el apoyo popular y la capacidad de influir en decisiones políticas claves.
En el Frente Amplio se ha observado una estrategia electoral basada en la proliferación de listas, lo que ha generado debates sobre la efectividad de esta táctica y su impacto en la cohesión del movimiento.
. Estos elementos reflejan cómo el «infantilismo de izquierda» puede influir en la política uruguaya, afectando la capacidad de negociación y la implementación de cambios estructurales.
Es importante recordar que el «infantilismo de izquierda» es una crítica que busca señalar inmadurez política y estratégica, no una etiqueta para deslegitimar cualquier postura de izquierda.
La izquierda uruguaya, en su conjunto, ha demostrado históricamente una capacidad de adaptación y un pragmatismo importantes, lo que le ha permitido ser una fuerza política relevante. Sin embargo, las tensiones entre las distintas corrientes ideológicas y las presiones del contexto político y social siempre pueden generar discusiones sobre cuál es el camino más efectivo para alcanzar los objetivos de transformación social.
ARON VIERA