Hace poco se realizó una asamblea de artistas en Salto. Fue un encuentro plural, diverso, una tentativa de palabra colectiva frente al cambio inminente de gobierno departamental que asumirá en julio de 2025. Sin embargo, tras aquel gesto inaugural, el silencio. ¿Se agotó el impulso? ¿No hubo eco? ¿Acaso los artistas han renunciado a proponer?
Quizás no. Tal vez el silencio no sea vacío, sino germinación. El arte, cuando se calla, también habla. Solo que lo hace en otra frecuencia: la del trabajo lento, la del debate interno, la del pulso que no se exhibe sino que se prepara.
Hoy, más que nunca, conviene preguntarse: ¿Dónde se sitúa la cultura popular, la cultura militante, la creación comprometida, cuando en el escenario político se invierte el signo y llega un gobierno de otro color? ¿Qué deben hacer los artistas cuando lo que viene no los nombra? ¿Cómo defender lo intangible: la memoria, la sensibilidad, la belleza, el gesto crítico?
Es posible que la supuesta “inactividad” de los artistas salteños no sea desinterés, sino una forma de cuidado. Porque proponer —de verdad— no es armar un catálogo de demandas. Es pensar colectivamente, construir visión, asumir responsabilidades, identificar consensos. Y eso lleva tiempo. No es burocracia: es poética del compromiso.
También hay que decirlo: el clima político influye. Se mide la temperatura de las puertas abiertas, los oídos atentos, los posibles aliados. Y a veces, se espera. No por cobardía, sino por estrategia.
En tiempos de incertidumbre sobre el rumbo cultural que tomarán los gobernantes que llegan, la cultura se refugia en sí misma. Brota en los bordes, en las grietas, en los barrios. Se autogestiona, se reinventa, se hace espacio.
Los artistas tienen la posibilidad —y la responsabilidad— de encarnar esa forma de resistencia serena que no niega el conflicto, pero lo convierte en creación. Fortalecer redes independientes, consolidar espacios propios, visibilizar lo diverso, narrar lo ausente. Todo eso es más urgente que sentarse a esperar una subvención o directivas.
Y cuando llegue la hora de hablar, que no sea para pedir permiso. Que sea para marcar presencia. Eso siempre ha sido así entre los artistas y bueno, también proponer, tambien crear, y fundamentalmente, si debe dialogar para conformar una propuesta cultural que los incluya en el nuevo tiempo, dar su granito de arena creativo, porque el arte atrae turismo, el arte puede abrir fuentes laborales, el arte da oportunidades, y el artista no puede estar ausente, cuando el departamento todo clama por restaurar la esencia cultural que alguna vez nos distinguió.
CAMACA