

De pronto, las personas pueden comenzar a darse cuenta de que la cultura no es un lujo, sino una necesidad para la identidad, el bienestar y la cohesiΓ³n social.
Lo interesante es que cuando la cultura despierta, es difΓcil volver atrΓ‘s. Los comentarios que comienzan a circular es que se palpita unΒ resurgimiento culturaΒ que ojalΓ‘ tengaΒ la fuerza suficiente para mantenerse y evolucionar.
Hay una energΓa distinta, pero, de los propios artistas dependerÑ que se mantenga, que prospere, que avance y que se transforme en algo vivo, que retroalimente a tantos creadores que estaban muy pasivos, vaya uno a saber porque….
El verdadero desafΓo no es solo despertar, sino sostener ese impulso, convertirlo en algo orgΓ‘nico, que se nutra de nuevas ideas y experiencias. Que los propios artistas lo mantengan vivo es clave, porque si el motor de la cultura son quienes la crean, su continuidad depende de que encuentren razones para seguir, espacios para expresarse y pΓΊblico dispuesto a acompaΓ±arlos.
Puede que la pasividad haya venido de la desmotivaciΓ³n, la falta de oportunidades o simplemente de la costumbre de que Β«asΓ son las cosasΒ». Pero cuando algo cambia, cuando de pronto hay movimiento, es como si una chispa se encendiera. Lo importante ahora es que esa chispa no se apague.
Si los creadores se ven reflejados en esta energΓa y empiezan a compartirla, puede transformarse en un ciclo donde cada nueva acciΓ³n inspire otra.

