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El Santoral, 10 de noviembre

 

Este 10 de noviembre se celebra a San Andrés Avelino, que fue un sacerdote de la Orden de los Clérigos Regulares conocidos también como los teatinos. También se doctoró en derecho. Renunció a su herencia en favor de su hermano ya que decidió dedicar su vida a su fe.
San Andrés destacaba por su sabiduría y le encomendaron la misión de reformar un convento que había caído en malas costumbres donde la vida religiosa había decaído y muchas de sus integrantes eran mujeres de matrimonios nobles fallidos que entraban a cambio de generosas donaciones. Consiguió reformarlo aunque se ganó muchos enemigos.
Años después fue nombrado prepósito de San Paolo Maggiore de Nápoles, durante su mandato la orden se expandió en ciudades como Nápoles, Milán y Roma.
San Andrés Avelino nació en Nápoles (Italia) en 1521. Entró a la comunidad de Padres Teatinos y allí dio tales muestras de sabiduría, que fue nombrado maestro de novicios y superior.
San Carlos Borromeo, que era Arzobispo de Milán, quedó tan admirado de las cualidades de ciencia y de santidad de San Andrés que pidió a los superiores de esa comunidad que se lo enviaran a Milán y lo obtuvo, consiguiendo con ello un gran progreso para su ciudad, porque las predicaciones de Avelino convertían muchos pecadores.
PONER ORDEN EN EL CONVENTO…
Había un convento muy relajado y San Carlos envió al Padre Andrés a tratar de reformarlo. Lo amenazaron de muerte si se atrevía a entrar allá, pero fue valiente y acabó con todos los abusos.
En la ciudad de Piacenza su predicación produjo un cambio tan grande en las costumbres, que los cantineros y dueños de casas de juegos se quejaron ante el gobernador porque se les había acabado la clientela. El gobernador llamó al santo para que le diera explicaciones y este le habló tan hermosamente acerca de lo importante que es evitar el pecado y salvar el alma, que desde ese día la esposa del gobernante lo escogió como director espiritual.
En su ciudad de Nápoles su predicación convertía miles de pecadores y él acompañaba sus palabras con admirables milagros y sanaciones.
San Andrés Avelino murió a la edad de 80 años en noviembre de 1608 y murió en el preciso momento en el que empezaba la santa misa. Al hacer la señal de la cruz para comenzar la celebración, cayó muerto de un ataque de apoplejía.

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