– ¡Que lo tiró!, al pobre comerciante lo asaltaron 40 veces en estos últimos meses.
– Me enteré, un comerciante del Barrio Alero…
– El pobre hombre, cuando abría el comercio no sabía si le iban hacer un surtido, comprar una cosa sola o si le iban a pedir amablemente plata de la caja, con un revolver en la mano.
– Dicen que implementó un sistema de doble números. En un costado se sacaba número para comprar mercadería, y en el otro costado, el número para asaltar.
– El que sigue!!
– Esto es un asalto!!!
– Se equivocó de cola, señor, vaya a la otra que ya lo atiendo.
– ¿Qué tiene para mi?, mire que soy cliente de la casa, usted me conoce porque vengo seguido asaltarlo…
– Le doy $ 200, mire la cola detrás suyo es grande, sino no me queda plata para los otros. Con decirle que ayer, me quedó diez pesos para el último asaltante, por suerte, un tipo muy comprensivo, que aceptó resignado, y cuando se iba me dijo, «y bueno, por lo menos para el ómnibus me da…».
– Gracias señor, por esperar. Pero mañana traiga un revolver más grande, para aparentar, porque con esa Derringer en otro lado no hace Patria…
– Yo afano plata, pero también me voy a llevar algo más un surtidito para la vieja. Deme papitas fritas, además, con algunas aceitunas, así termino el whisky que me llevé los otros días…
– Pero como no, faltaba más, usted es un asaltante conocido, cliente viejo, casi de la familia, si no es el que me choreó más veces, anda cerca…
– Estuve en el comercio de la otra cuadra, pero es un asco el tipo, ni dan ganas de asaltarlo, usted por lo menos es más simpático, uno desea que le vaya bien..
– Yo vengo dando la vuelta señor, asalté al carnicero, al panadero, al verdulero, ahora me llevo unos fideos de acá y completo el guisito…
– Después me atiende a mi, yo robo poco nomás, no se vaya a creer. Ya estoy cansado de asaltar a la gente en la calle y son pura tarjetas de crédito, vales vencidos, cheques diferidos, nadie tiene un peso, por lo menos con usted hago para la olla..
– Y algo es algo, ¿no?
– Menos mal que en este país hay gente gaucha como usted, todavía.
– ¿No pensó en un 222, para evitar que lo asalten tan seguido?
– No, yo no juego a la quiniela….
CAMACA
