Como Secretario de Actas del Club Sportivo Marumba debo decir que la última Asamblea de socios estuvo muy concurrida. Hubo algunas diferencias, “matices”, como dicen los políticos, y se sacan los ojos, pero, que felizmente pudimos sortear, ¡ojo!, sorteo de esquive, no de timba. No sigo explicando porque esto queda asentado en actas, y después viene algún abombado a pedir explicaciones de si organizamos una rifa, porque es así, nunca falta alguien que te llene las penas de angustias…
En la asamblea dimos participación a todo el mundo, como siempre, por eso terminamos tardísimo, y yo, escribí como un desgraciado, tanto que ni el programa del Papino y el Peluco, pude ver.
Varios pidieron la palabra y con pocas ganas de devolverla.
– Lo mío es breve, dijo el Cortito Gómez.
– Si es breve dos veces bueno-. respondió el Presidente.
– Entonces que después hable mi hermano mellizo, replicó el Cortito, para nada lerdo.
Cuando se estaba haciendo un minuto de silencio en memoria de don Cipriano Colombo, socio fundador, recientemente fallecido, el sordo Ortega, mirando uno a uno a los presentes, exclamó…
– ¡Se apagaron fosforitos!, ¿por qué no hablan, ahora?, ¿no tienen argumentos los de la oposición?.
Y ya que estamos, y no es por burlarnos de los defectos físicos de los demás, pero, lo que pasa en la asamblea tiene que constar en actas, para eso estoy, digo que el Manco Santo, fue el único que no aplaudió el informe del tesorero.
En sala solicitaron ser miembros del club tres personas muy conocidas del ambiente. Gente que toda la vida vivió en Puntas del Sauce Verde, y aquí, como es un pueblo chico, todos nos conocemos. Antes de seguir tengo que decir que los tres fueron aceptados como socios, porque no le negamos el ingreso a nadie.
El primero, un empresario que hizo una fortuna en poco tiempo y como por arte de magia se fundió. Bueno, eso no viene al caso, no hay que meterse en la intimidad íntima de la persona, pero, como salvaguarda del club hay que poner en actas que a los cheques que da el hombre, en cantidades industriales pretendiendo tapar el queso gruyere de su deuda, le dicen, “vaca rumiante”, cuando llegan a la ventanilla los cajeros los miran y dicen, ¡muuhh!.
El otro es un empleado público que supo ser de confianza de las nuevas autoridades del pueblo. Parece que el hombre tenía un imán en las manos, ¡que Mazurkiewicz!, este mosca que volaba el tipo la atrapaba, en fin, los socios del club me entienden. En fin, en su repartición le decían pandorguero, vivía de las cometas…
Finalmente se asoció un hombre de la radio del pueblo, su programa es muy escuchado. Es una excelente persona, dicho sea de paso, pero que tiene problemas con su personal, no le dura nadie. El que le queda es un morochito de bien timbrada voz. “José Artigas” le dicen, porque se le fueron todos y el único que le quedó fue Ansina…
Sin más asuntos que tratar cierro el acta.
CAMACA