Y el Arapey estaba allí, esa mañana, majestuoso, sereno, dormido. No pasan ni chalanas, ni lanchas, no hay mojarreros, no hay aparejos, no hay redes ni trasmallos, faltan las boyas, las originales y las de botellas de plásticos, tiempo vendrán en que al río vuelva la pesca, los fogones, los pescadores…